Susana Díaz, torpe, tópica, típica y tróspida.
Andalucía estuvo en el debate por la corbata de Juanma Moreno y por sus palabras. Para Susana Díaz, con chaqueta de rojo desesperación, hubiera sido más cómodo seguir enfrentándose a la esfinge de Rajoy creada por ella misma pero el candidato del Partido Popular, con serenidad y buenas maneras, la enfrentó con su auténtico enemigo que no es otro que la propia presidenta de la Junta.
Venía con el rictus torcido desde casa y en el debate se desató una Susana Díaz faltona, ramplona y mal encarada. Quiso hacernos una tournée por el mapa de la corrupción española pero el mal de muchos ya no consuela a ningún tonto. Quiso incluso dar y quitar la palabra pero a María Casado no le tembló el pulso y por ello se ha convertido en la primera periodista que modera un debate electoral en España.
Susana Díaz hecho mano del manual del populista en apuros y dijo lo mismo que dijeron antes Chaves o Pujol, que quien se mete con el PSOE se mete con Andalucía. Rescató el tópico del agravio y se atrevió a mirar el objetivo de la cámara para decir que no iba a permitir que el nombre de Andalucía fuera arrastrado por el barro, cuando son las cloacas de los gobiernos de su partido los que nos tienen a los andaluces pregonados por todas las esquinas de España.
Para defenderse tiró de lo que le han enseñado, victimismo y a envolverse en la bandera. Juanma Moreno no dudó en reprocharle los treinta años de una autonomía desperdiciada y con ello apeló al mejor principio que tienen los populares en esta tierra, despertar en los andaluces el ansia de ser mejores apoyándose en las columnas y los leones de Hércules que hicieran al sur de España autonomía al máximo nivel competencial.
Ante la falta de argumentos alguien le debió aconsejar a la presidenta que lo mejor era posesión de balón y que ganaba quien más bulla metiera. Decía Susana que interrumpía cuando el candidato del Partido Popular mentía; pero lo cierto es que es al contrario. Son las mentiras de Díaz las que interrumpen a Andalucía.
Así que se quedó atrapada en el propio cubo catódico que ella se imaginaba como su mayor aliado. Cercana a saber manejar el share de un sábado por la noche pero muy lejos de saber atender a los andaluces. Susana tróspida y torpe.