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Parecidos, pero no iguales

Acabo de encontrar una noticia en la prensa con origen en la ciudad de Motril. Es una noticia que tiene que ver con ese engendro que se llama ‘multiculturalidad’,  es decir, coexistencia en una misma sociedad de dos o más culturas diferentes, a veces contrapuestas. O dos o más religiones, cada cual con sus normas, culto y divinidades.

La noticia dice que el próximo día 9 de Noviembre se juzgarán en Granada a dos hombres, de 40 y 44 años de edad, acusados de haber interrumpido el rezo en la mezquita de Motril el último día del Ramadán de 2017. Por lo reflejado en los hechos, los dos hombres, cuya nacionalidad no consta, irrumpieron en la mezquita en el momento del rezo e impidieron al imán continuar con el sermón y las preces. Por ello, la autoridad religiosa musulmana presentó denuncia que ha motivado la apertura de una causa penal por presunto delito contra los sentimientos religiosos. Dos años de cárcel pide el Ministerio Fiscal para los presuntos alborotadores.

Todo lo anterior sucede por ser la española, en efecto, una sociedad ‘multicultural’, es decir, una sociedad con existencia simultánea de culturas y religiones diversas. Una sociedad en la que, para no ser anatematizado, hay que ajustarse a lo que se llama “lo políticamente correcto”, versión moderna de la autocensura.

Lo políticamente correcto es esa perversa ideología que se ha vuelto dominante en las élites, en las instituciones y en los medios de comunicación de los países occidentales, y que sacrifica la verdad.

Con esa ideología de lo políticamente correcto se llegan a utilizar eufemismos como, por ejemplo, que los árabes no protagonizaron una invasión violenta sino que “entraron en la Península como si fuesen turistas” (S. G.  Payne).

Por eso, ante la imputación penal por lo acaecido en la mezquita motrileña, yo me pregunto si nuestra progresía va a oponerse a que se castiguen estos hechos realizados en el ámbito musulmán.

En cambio, todos recordamos actos contra la Religión Católica que han quedado en “pelillos a la mar”, como la “Procesión del Coño Insumiso” (perdón por la grosería) que concitó en su día gran apoyo y respaldo del feminismo en favor de sus autoras. O las blasfemas expresiones de Willy Toledo, sin importancia para el profesor Pérez Royo que solicita exención judicial para su autor.

Y es que está claro. Una cosa es el ‘pim, pam, pum’ contra el culto católico y otra cosa, ¡ay, amigos!, es atacar al Islam y sus símbolos.

Para esto último se necesita un poco más de valor.

¿Hay quien dé un paso al frente?

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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