Orgullo de raza y ¿Qué pasa con los Bancos?

En las últimas semanas me ha sorprendido el ardor patriótico que nuestro Gran Timonel, Pedro Sánchez, ha expresado en varias ocasiones ante los Medios de Comunicación Social y en actos colectivos convocados a la mayor gloria del Líder. Sí, tanto orgullo de ser español y tanto elogio de las cosas hispanas me han dejado estupefacto, viniendo de quién vienen.
Quién lo diría en boca de un personaje como Pedro Sánchez, cuyas decisiones políticas, acuerdos y peligrosas amistades no presagian nada bueno para la continuidad y salud de la Nación española… Y cuando digo salud no me refiero solo a la física, sino a la salud política y al bienestar de los españoles.
En efecto, con motivo del acogimiento de ciudadanos afganos en nuestra patria, o al alcanzarse la vacunación del 70 por ciento de la población, nuestro Amado Líder ha estallado en un auténtico frenesí patriótico, declarándose orgulloso de todo lo español… y de estar al frente de Nación tan ejemplar y valiosa como la española…
Cuesta trabajo reconocer a este Pedro Sánchez. El mismo que ha hecho Gobierno con una formación de extrema izquierda partidaria de la desintegración territorial de España y con peregrinas ideas para su economía; una coalición resultante con antimonárquicos, que quieren cambiar un árbitro constitucional y ejemplar por una República bananera de amiguetes…
Pedro Sánchez, apuntalado por partidos separatistas que ansían romper España… Aquel que recibe, sin ruborizarse, votos de los herederos políticos de ETA, y sin que esa inmoralidad le quite el sueño…
¿Con qué Pedro Sánchez nos quedamos? ¿Con el que está orgulloso de ser español o con aquel que se rodea y gobierna con la Anti-España? ¿Hay quien explique racionalmente esa bipolaridad que conduce a los disparates políticos más tremendos?
Y ahora los Bancos. Los órganos de dirección de los Bancos están llegando a un insoportable grado de desprecio y desconsideración para sus clientes e impositores. Únicamente el personal, reducido y en tensión permanente, trata de mitigar, en lo que puede, las graves incomodidades que la eliminación de oficinas y empleados está causando entre los ciudadanos. Tiempos cercanos hubo en que las sucursales bancarias nacían como setas y llovían préstamos sin pedirlos.
Ahora, por propia conveniencia, y atendiendo únicamente a su rentabilidad, rentabilidad enfermiza, los Bancos ordenan cerrar oficinas, cobrar comisiones por todo y despedir a miles de trabajadores, abandonando pueblos y villas de España, dejándolos en la mayor de las miserias, huérfanos de este importante servicio público.
No hace falta ser devoto del credo comunista para reconocer que los Bancos se han convertido en entidades antipáticas e impopulares: antes de saludarte, te mandan al cajero automático… y a pleno sol.