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Los separatistas catalanes, en la calle: una burla

          Primeramente costó aplicar el artículo 155, con grandes limitaciones y cortapisas. Después, la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo cambió la calificación de los hechos y, en contra del criterio de la Fiscalía, pasó del muy grave delito de rebelión al de sedición, con lo que las penas privativas de libertad son mucho más benignas. Fue un regalo para los separatistas, quienes, desde el principio, han gozado de un privilegiado régimen penitenciario, más parecido a un retiro vacacional que al cumplimiento de unas condenas por hechos tan graves.

        En efecto, los condenados por el “procés”, han sido huéspedes distinguidos de las autoridades penitenciarias. Incluso se les ha buscado trabajos “ad hoc” para sortear la cárcel.

         Ahora se les propone para disfrutar del tercer grado penitenciario. Los golpistas del 1º de Octubre solo irán a la cárcel para dormir, y el fin de semana, ni eso. ¿Hay quién dé más? En realidad, el cumplimiento de la sentencia está siendo una burla a la Justicia y al principio de igualdad. Los demás presos, ¿no tienen nada que decir?

       Lo dicho indigna a cualquiera. Hurtar en un supermercado resulta más castigado. En cambio, dar un golpe de Estado, declarar la independencia de una parte del territorio nacional o crear un Estado independiente con tierra española, sale barato, bien barato.

        Lo peor es que al Gobierno de ese Estado, llamado España, este resultado le importa un pito. No solamente no le importa nada, es que el colmo es depender del rebaño secesionista para seguir en La Moncloa. ¡Qué cosas…!

        Efectivamente, los separatistas catalanes fueron los que, junto con otros,  completaron la llamada “mayoría de la moción” que, contra todo pronóstico, hizo presidente a Pedro Bonaparte. Y dos añitos han hecho ya que don Pedro goza de las mieles del poder y del ‘Falcon’.

       Somos el único caso del mundo que quienes quieren romper el Estado (ya lo han intentado varias veces: 1640, 1934, 1936, 2017) sostienen al Gobierno de ese mismo Estado. O dicho de otra manera: somos el único país del mundo cuyo Gobierno tiene como socios a quienes quieren derribarle. Todo un despropósito. Un esperpento.

       Ahora quedaba por recorrer un pequeño trecho: conceder el tercer grado penitenciario a los sediciosos del 1-O. Y seguro que lo conseguirán, pues desde 1983, Gobierno Felipe González, se puso a la zorra a guardar las gallinas en Cataluña. Hoy no podemos quejarnos ni sorprendernos.

      En definitiva, esta es la historia de un pitorreo. Pitorreo a la Justicia española y al prestigio internacional de España. Y, por supuesto, ninguna ejemplaridad para el futuro. Independizarse en España sale barato.           

Definitivamente, no somos un país serio.

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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