La Venezuela política habita ya entre nosotros
Alguien pensará que es poco probable que en España se instaure un régimen político como el de Venezuela, un régimen populista y autoritario de ultraizquierda con un caudillo iluminado al frente. Sin embargo, tampoco los venezolanos creyeron que en su país se instalaría el castrismo, y éste vino de la mano del ‘Movimiento Revolucionario Bolivariano’ de Chávez. En España hay más que sospecha de un probable contagio. No faltan pruebas ni relato.
Piénsese que la célula de teóricos representada por el español Iglesias Turrión, y sus compañeros de la Complutense, así como sus sociedades y fundaciones instrumentales, trabajaron muchos meses en Caracas y en otras capitales hispanoamericanas exportando sus teorías neomarxistas, su laboratorio de experiencias sociológicas y sus técnicas de ‘agitprop’.
En España todas esas técnicas se ponen en marcha a partir del movimiento o fenómeno sociológico del 15-M en 2011. Constituye todavía un enigma saber quién o quiénes desataron ese fenómeno de masas y dónde estaba y qué hacía la camarilla complutense en esa fecha, y su grado de implicación en el mismo. El caso es que la avispada cuadrilla de politólogos encabezó el movimiento, recogió la cosecha de reivindicaciones de los indignados, y demás afectados de la tremenda crisis económica -que todavía colea-, y comenzó a aglutinar el descontento y el rencor. Naturalmente, creen los docentes e investigadores de Somosaguas que la ideología política que mejor conviene a las clases desposeídas es la comunista, la que ellos profesan de antes y la resucitan en sus escritos e intervenciones públicas. No hay más que consultar las “Bases políticas para un Gobierno estable y con garantías” (15.2.16), documento que plasma todo el vademécum de recetas comunistas fracasadas y un rosario de propuestas disparatadas, políticas y económicas, que, de llevarse a la práctica, arruinarían a la mismísima Alemania.
Hasta hace poco tiempo, los MCS se preguntaban si el fenómeno Podemos duraría. Cuando me interpelaban yo respondía que del pueblo español me esperaba todo. Así ha sido. Podemos es hoy un partido político creado en 2014 y el pueblo español le ha regalado, a él y a sus ‘mareas’, nada menos que cinco millones de votos. ¿Saben y quieren todos lo que han votado?
Siguiendo los populismos de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, en la Unión Europea ya tenemos países que han adoptado las políticas que defiende Podemos en España y que les han conducido a la quiebra. Ahí está la Grecia de ‘Syriza’, comandada por Tsipras. Ahí está el Portugal gobernado por una coalición de izquierdas, que no levanta cabeza. ¿Es ahora el turno de España?
Hace algún tiempo que el populismo está instalado en España. Ahora quiere dar el salto a la Moncloa, su cielo apetecido. Sí, la Venezuela política, maquiavélicamente inspirada y modelada por la camarilla de politólogos españoles, habita ya entre nosotros. Diversos comportamientos, múltiples manifestaciones de la ideología marxista-leninista, muchos gobiernos municipales y autonómicos y muchas tácticas y estrategias populistas viven ya con nosotros. El bolivarismo chavista se predica y pretende practicar hoy en España. No es ajeno a nuestra cotidiana realidad.
Estremece oír que el eventual Gobierno de Podemos y PSOE será un Gobierno “progresista” y “de cambio”, calificativos huecos y manidos, envueltos en pura capciosidad. ¿Cómo puede sostenerse que la sociedad española va a mejorar y a progresar (a mejor) con las medidas que proponen Iglesias y Sánchez, el uno con el aumento del gasto público y los impuestos, y el otro, respectivamente, con el único soniquete de derogar y contrarreformar?
Podemos ya está en nuestras instituciones. Gobierna ciudades muy importantes: Madrid, Barcelona, Valencia, Cádiz, Zaragoza, La Coruña… y ahora aspira a gobernar el Estado, con las mismas políticas y técnicas que aconsejó a Chávez en Venezuela. Que nadie piense en el colchón de la Unión Europea: ni nos ayuda en el separatismo catalán ni nos socorrería con el populismo bolivariano. Nos disciplinaría aún más. Bastantes problemas tiene Bruselas con el ‘Bréxit’, el euro, los refugiados y el Deutsche Bank.
Mientras tanto en España se pueden ofrecer muchos vestigios del contrapoder, que ya vive entre nosotros: escraches, anticlericalismo, disolución de unidades policiales, anuncio de nueva legislación sobre seguridad ciudadana, mensajes ofensivos y escarnio a las víctimas, tapar delitos con la libertad de expresión, ataque a la unidad del Estado, instar un proceso constituyente, sustituir “ciudadano” por “gente”, instaurar un referéndum revocatorio, reemplazar la democracia representativa por la asamblearia, reconocer la autodeterminación a tierras españolas…
Todo lo anterior nos lleva a concluir que nuestra democracia está seriamente amenazada por el populismo ultraizquierdista. Alarma que un partido como el PSOE se preste a llevar a su lado compañeros de viaje como estos.