La breva

Llevamos años anunciando la voladura intencionada de la Transición y la Constitución, cuando demoler el sistema constitucional de 1978 es acabar con la libertad y la democracia, pues no hay alternativa.
La mala dirección la emprendió Rodríguez Zapatero con su extemporánea ‘rojez’ republicanista y su discurso descalificador de la Transición, esa denostada obra política que, sin embargo, trajo la paz civil, la reconciliación y la concordia.
Hoy, tras 43 años de libertad y democracia, todo puede malograrse. Se están dando pasos que se apartan de la senda constitucional. Gobierna una bicéfala coalición de extrema izquierda, socialcomunista. Como en 1936. Mal augurio.
Preside Pedro Sánchez, político nada fiable que ha desnaturalizado su partido hasta convertirlo en puro ‘sanchismo’, esa mezcla de personalismo autoritario, narcisismo y maquiavelismo modelo ‘Armani’. El otro sujeto se descalifica por sí mismo: un trasnochado marxista, antisistema, de piel paquidérmica y siniestra ideología corrosiva.
El dúo tóxico se hizo del Gobierno de aquella manera. Como dos compinches que se necesitan mutuamente, se abrazaron y formaron Gobierno. Inmediatamente, el capital y los grandes inversores internacionales comenzaron a huir. Los precedentes castrista y venezolano están muy presentes.
Tenían planes sociales de pirotecnia presupuestaria y financiera que vaciaran las arcas del Tesoro, pero una pandemia les ha enmendado la plana. No obstante, ellos siguen prometiendo… y gastando. Total, pagarán nuestros nietos.
Hemos pasado, sin solución de continuidad, del arresto más duro y prolongado del mundo al desentendimiento más absoluto del Gobierno.
Porque Pedro no gobierna, sólo quiere ejercer el poder en traje azul ‘Francia’. Iglesias ha cambiado de ‘look’: de la coleta al moño. Y también ha mejorado de patrimonio. Si todavía estuviera vigente el sufragio censitario, él podría votar, como rico que ya es.
Hace una década que las instituciones públicas están siendo degradadas. El populismo peronista las está corroyendo. Incluso circula la propuesta podemita de votar República, malévola campaña de Pablo. También conocemos los peores presagios sobre nuestra economía: hundimiento, deuda, déficit, parálisis…
Tenemos que dar la enhorabuena a aquellos que querían ahuyentar el turismo de nuestro país. Misión cumplida.España, de primera potencia turística a hoteles vacíos. Y el personal en la calle.
Sin ninguna decisión judicial, ha sido expulsado el Rey Juan Carlos. Y al actual titular se le tiene aislado y advertido. Quienes como Ministros le prometieron lealtad, ya han demostrado su falsía.
Sólo hay Gobierno para despreciar a la oposición e intentar destruirla, como en las dictaduras. Ahí está la campaña ‘Kitchen’; la invectiva contra Ayuso; los desplantes contra Arrimadas y la machacona consigna de “la ultra, ultra, ultraderecha”.
Empero se atisba la luz. En nombre de la concordia, la avenencia y el acuerdo, la solución es una vengativa Ley de Desmemoria Antidemocrática. Revisionista, adoctrinadora, punitiva, liberticida, anticonstitucional. Una Ley contra el espíritu de la Transición.
Y Pedro y Pablo a lo suyo, afanándose por que los españoles caigamos en sus manos como breva madura.