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La batalla de Madrid

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Los males que pueden perjudicar o arruinar la salud política de España aparentan ser irremediables, reiterativos y cíclicos. Si repasamos nuestra Historia, los tres calificativos cuadran perfectamente.

La democracia española atraviesa ciertamente una hora plena de inquietud. Una hora que puede poner en riesgo la propia democracia y, con ella, los valores de la libertad, la seguridad jurídica y el bienestar material alcanzado.

Como organización política, España soporta secularmente desequilibrios, tensiones y problemas de acomodo de algunos pueblos que la conforman de manera que, reiteradamente, se producen y reproducen pulsiones secesionistas, pulsiones inatendibles por carecer de toda justificación y racionalidad. Nos encontramos dentro de la piel de toro con aspiraciones independentistas carentes de causas legítimas para emprender ese viaje hacia la nada, hacia la vesania.

De esta manera, en la agenda política de asuntos graves España tiene en el otoño próximo una primera cita con el secesionismo catalán, si un imprevisto no la cancela antes. El tándem Mas-Junqueras proyecta violentar la convivencia de los españoles con este órdago político de primera magnitud.

Pero las desgracias nunca vienen solas. También para otoño están previstas elecciones generales al cumplirse el mandato de la actual legislatura y en ellas se va a librar otra dura e inédita batalla por el poder a manos de una nueva fuerza populista extrema, de corte autoritario y naturaleza antisistémica.

Lo destacable es que el populismo de izquierda que representa, nacido del descontento de la población y alimentado por la desafección hacia la clase política, tuvo su origen, años ha, en algunos países iberoamericanos (singularmente Cuba, Venezuela, Ecuador). Empero Europa también se ha contagiado. Valga el caso prototípico de Grecia, bajo el liderazgo de Tsipras y su coalición populista ‘Syriza’.

Por las declaraciones de sus respectivos líderes se puede afirmar que existe una Internacional en la que se encuadran diversos partidos políticos populistas, asamblearios, de rancia ideología marxista y comunista, pertenecientes a distintos países y continentes (La Habana-Caracas-Teherán-Atenas-Madrid), hermanados en el afán de organizar una ‘entente’ con el fin de imponer sus más que discutibles credos políticos una vez alcanzado el poder.

Una de las notas más características de la acción política de estos grupos es la reducción o abatimiento de las libertades para asegurarse su permanencia, tal como comprobamos que sucede en el régimen de Maduro.

Hoy en España no estamos lejos de este escenario. Se confirma con una de las primeras decisiones adoptadas por el equipo municipal de la señora Carmena (‘Podemos’) creando una página oficial para publicar “la verdad informativa” en detrimento de la libertad periodística, configuradora ésta de la democracia.

Con motivo de las tensas y dramáticas negociaciones entre la UE y Grecia -un país víctima de su clase política, hoy agravado por el populismo radical de ‘Syriza’-, el primer ministro Tsipras ha hecho unas afirmaciones a la prensa que corroboran la estrategia internacional de dar la batalla de Madrid. En efecto, preguntado por la correlación de fuerzas en la UE, el mandatario griego ha señalado que aquella puede cambiar si en las elecciones españolas de otoño ganan fuerzas parecidas a ‘Syriza’. Por ello quiere permanecer en el Gobierno, hasta que se celebren los comicios en España.

En concordancia, Pablo Manuel Iglesias aprovecha toda oportunidad para manifestar su apoyo y simpatía “por Alexis”, llegando a pedir a éste que aguante los envites de las autoridades comunitarias hasta que, con la victoria de ‘Podemos’ en España en las próximas elecciones, sean más fuertes, y entonces… cambiará el viento de dirección.

La trama de la Internacional populista se prueba, además, con los lunáticos ataques de Maduro a España. No persiguen otra finalidad que la de ser un obstáculo a la crítica y a la atención que los medios de comunicación social españoles dedican al país venezolano para revelar la desolación que ese pueblo sufre a manos del populismo bolivariano, hermano de ‘Podemos’.

En consecuencia, en otoño se va a librar en España una batalla política importante y seria que tiene dos frentes. Uno será el problema territorial del secesionismo catalán, y el otro la contienda electoral entre el eje de partidos constitucionalistas y el populismo antisistémico y rupturista encabezado por ‘Podemos’.

Estos dos graves problemas, que apuntan al centro neurálgico del Estado, llegan en el momento en que el bipartidismo cotiza a la baja. Salvo error en el pronóstico, se prevé una reducción de apoyos al Partido Popular y al PSOE cuando más falta hace un gobierno fuerte y defensor del orden constitucional.

De confirmarse estas negras previsiones, inspiradas en los resultados de los recientes comicios del 24-M, está claro que los españoles nos jugamos la libertad y la despensa en la próxima convocatoria electoral. Preocupante.

 

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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