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La batalla de Madrid

Isabel Díaz Ayuso con el líder del Partido Popular, Pablo Casado. /ABC.

         Acontecimientos políticos de gran calado -no aptos para cardiópatas ni para quienes tengan alta la tensión- se están precipitando.

        Si lo que está sucediendo tuviéramos que resumirlo  en una palabra, esa sería “vértigo”, “terremoto” o    “sacudida”. Incluso “conspiración”. Faltaba que Sánchez se ocupara de derrocar Gobiernos autonómicos y le ayudara a ello una inesperada Arrimadas. Quién lo diría.

      Todo ha sido sigilosa y taimadamente planeado por Pedro Sánchez y su equipo de Moncloa. Ellos no están en salvar a los ciudadanos de la pandemia, sino en expulsar a los ‘populares’ de los gobiernos que dirigen. Incluso de Madrid, la pieza deseada.

       Llega esta desestabilización territorial cuando estos Gobiernos a batir estaban dedicados a restablecer la economía y a luchar contra la pandemia. Empero a Sánchez le interesa un objetivo al que no se resiste: extender su poder, el poder socialista.

       Tratando de hallar la razón última del derrocamiento de estos Ejecutivos, sería la aspiración que tiene el gobernante autoritario de gobernar sin oposición. Causa asombro que para conseguirlo le ayude, en este caso, una ingenua y exánime Inés Arrimadas, que se ha prestado al juego sucio de Moncloa.

        Esa es, sin duda, la finalidad que trata de conseguir  Pedro Sánchez: reinar como Luis XIV lo hacía en la Francia de los siglos XVII y XVIII. A la manera absolutista. Por ello le estorba la oposición. Y contra ella se dirige.

       Sánchez es la larga mano que mueve los hilos del derrocamiento de estos Gobiernos territoriales. Y lo  sorprendente es que, reitero, se preste a tal fin la lideresa de ‘Ciudadanos’, un partido ingresado en la unidad de cuidados intensivos de la política nacional. Siempre crítica con el ‘sanchismo’, hoy Inés sorprende colaborando con él.

        Sí, amigos. Sánchez quiere una democracia que no es democracia. Una democracia sin oposición. Sánchez maniobra para arrinconarla, acosarla, debilitarla y dividirla. Sube a la tribuna del Congreso con arrogancia y desprecio hacia el centro-derecha, sus adversarios. Los descalifica. Los deslegitima. Hasta el todavía Vicepresidente del Gobierno -puesto ahí por Sánchez- lanza la terrible amenaza impropia de un demócrata: “ustedes tardarán muchos años en gobernar”.

         Para Sánchez, en efecto, no hay más Gobierno legítimo que el suyo, un trampantojo de coalición con un neo-estalinista, Iglesias, que adopta decisiones corrosivas para la democracia y desleales con su país.

       Y es que cuando la ética y la política circulan por caminos distintos se hace posible la “Operación derribo de Gobiernos autonómicos”, maniobras que nos recuerdan el golpismo.

      Empero en Madrid, una mujer fuerte y de profundas convicciones liberales, enarbola, en seductora síntesis, la bandera de la libertad y el progreso. Porque es posible esa compatibilidad. Libertad y progreso.

      Isabel Díaz Ayuso acierta al poner de manifiesto la verdadera disyuntiva que late en el fondo: comunismo o libertad.

       A lamentar que la izquierda haya resucitado esa vieja  alternativa y la misma terminología de otros tiempos no muy edificantes. Como entonces, Madrid resistirá.

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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