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Hay que fastidiarse

Hoja-de-Otoño¡Y lo que aguantamos! Que si nos queremos ir, que ya no os soportamos, que no os queremos ni a lo lejos…

Ya empezó en tiempos del Régimen, con lo de la Eta, que había quien decía “¡Pues claro, si es que no quieren estar en España! ¿Qué van a hacer? ¿Tendrán que poner bombas, no?” Y ya comprendíamos que quién iba a querer estar con nosotros. Obligar a alguien a estar con nosotros es como para liarse a tiros.

Todo el entramado de la corrupción. Desde la pequeñita (“¡Apruébeme usted al niño, señorito!” “María Antonia, que tienes que meter a mi suegra para que la operen en Trauma, que del otro no se fía mi señora y ya sabes cómo es.”), hasta las aguas mayores de la Junta, la yunta, el Consejo, el chiringuito y el sombrajo con sus palos. La Expolimpiada fue el gran ensayo con todo. Como nadie protestó, ¡ancha es Castilla! Y el Penedés, y el Maremagnum, y el ave, y la Anoventaydos y las Batuecas si se pone a mano. Si nos querían robar hasta la Cruz Roja…

Y aguantando.

El nacionalismo, todo es bueno. Menos el español. El nacionalismo español es fascista. El resto, no. El resto es progre, chachi, molón.

¿Patriotismo? ¡Serás fascista…! ¡Hombre claro, un patriota euscaldún es otra cosa! Es a favor de la emancipación de la humanidad. Pregúntale a los curas, si no. Hombre, a los curas euscaldunes, claro. No les vas a preguntar a los curas fascistas.

Tragando.

Ni guardiasciviles verdes, ni maderos marrones (¿de qué color si no?, what else?). Mosos aguerridos, proletarios como sus alpargatas, gudaris, que están para que se respeten los derechos humanos, no como los otros, desertores del arado.

Quina, mecha, sapos, gordos sapos (verdes, marrones).

Y llega el otoño y caen las hojas. Y somos guays y nos referendamos y nos vamos. ¡Anda y qué os den morcilla!

Y el otoño pone triste y les sanglots longs des violons de l’automne blessent tous les coeurs. Y mi corazón de españolito se encoge y se encoge.

Y se va pisando charcos y canturreando les feuilles mortes.

Y se aguanta.

Para escuchar «Les feuilles mortes» pincha aquí

 

Autor del artículo: Manuel Escamilla Castillo

Profesor de Teoría del Derecho y de Derechos Humanos, Universidad de Granada

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