Estoy preocupado: ¿seré facha?
(Comentario Onda Cero, martes 17 Enero 2023)

Desde hace unos años viene utilizándose en el agitado y confuso clima político español una palabra descalificadora que deriva de la italiana “fascismo”. La palabra castellanizada es ‘facha’, síncope de fascista, y fascista sería aquella persona partidaria del fascismo. Para la R.A.E. el fascismo es un movimiento político y social que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, caracterizado por el corporativismo y la exaltación nacionalista. ¿Soy yo corporativista y nacionalista? Pues creo que ni lo uno ni lo otro.
Soy una persona que, por estudios y convicción, tiene fe en el Derecho como medio de resolver los conflictos intersubjetivos de intereses. Soy una persona que teme y respeta la Ley. Que inquiere el por qué de las cosas; que cree que el desorden, los atajos y las trampas no conducen a nada bueno. Una persona que aborrece la mentira, la falsedad y que cree en la sentencia de que “La verdad os hará libres”.
Por eso y otras razones, aunque me gusta la vida política, no puedo militar en un partido político, organización en la que observo que muchos militantes tienen que tragarse muchos sapos, y, la verdad, los sapos no son plato de gusto.
En política considero una virtud y un acierto ser moderado, centrado, equilibrado. Creo que las tensiones y los problemas sociales no se solucionan con posiciones extremas ni extremadas, ni negando la razón que pueda tener el otro. Asumo que mi verdad es parcial, y que la decisión obtenida del contraste de opiniones y del consenso es más valiosa y beneficia más a todos.
No soy conservador puro, ni exaltado izquierdista. Soy partidario del avance social, naturalmente, pero sin hacer tabla rasa de lo bueno del pasado. No acepto adoctrinamiento ni comulgo con ruedas de molino. Por eso rechazo las soflamas políticas, las falacias de algunos políticos y soy crítico, muy crítico con ellos, tabla de salvación para sobrevivir a tanto cuento y mentira.
Me gusta el imperio de la Ley, la separación de poderes, el respeto a las formas y a los procedimientos, y admiro la figura del Juez como el árbitro a seguir en caso de conflictos privados o públicos. Afortunadamente, aún quedan jueces en España.
Me gusta la evolución social, no la revolución. Creo que hay cosas buenas del pasado y otras que vendrán de la mano del progreso, pero no hago del progreso una religión excluyente. Eso se llama ‘progresismo’, y de ello está muy enfermo nuestro actual Gobierno.
En política me gusta el pluralismo, llegar a acuerdos entre todos los implicados, y no imponer nada a nadie.
Como dice un amigo mío, tal vez sea facha, sí, pero facha de la Constitución.