Esperando a Yolanda
EL DEBATE, 7 Abril 2023
Llevamos semanas en campaña electoral. Primeramente vienen los comicios locales y autonómicos; después, las elecciones generales para elegir al inquilino de La Moncloa. En este trance, el funcionamiento mejorable de nuestra democracia hace que los partidos políticos y sus líderes estén dedicados a sus estrategias electorales más que a satisfacer el interés general.
Para alcanzar el Gobierno, Pedro Sánchez utilizó no la vía electoral sino una moción de censura. Como no le daban los números, a sus insuficientes diputados sumó todo aquel que encontró disponible en los pagos de la ultraizquierda y el populismo: podemitas, comunistas, ex etarras, separatistas catalanes y nacionalistas desleales. Así formó la coalición ‘Frankenstein’, que tantos días de gloria ha deparado a estas formaciones y, por supuesto, a España, cuyo Estado democrático de Derecho, por obra del socialismo sanchista, hace aguas por todas sus instituciones.
Ahora Sánchez se ha remangado la camisa. Busca votos por doquier y en todos los segmentos de la población, especialmente entre los jóvenes y los ‘descamisados’. La sombra del peronismo y de Evita es bien palpable en muchas políticas y medidas puestas en práctica o prometidas por esta singular coalición gubernamental.
Si me piden mi opinión, no confío en la sensatez y seriedad política del pueblo español. Ante una nueva Legislatura, Pedro aspira a seguir ocupando La Moncloa. No cabe duda que las muchas mentiras salidas de su boca, los muchos errores cometidos, los grandes escándalos generados y los daños inferidos a las instituciones de España como Estado democrático de Derecho (Cortes Generales, CGPJ, TC, Fiscalía General, Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas, Empresas públicas…) conllevan un notable deterioro de la ‘res publica’ y un serio desgaste para el Gobierno sanchista que los ha cometido. Sánchez necesita sumar, nunca mejor dicho, y para asegurarse un segundo mandato sigue optando por añadir a los suyos cuantos más diputados pueda a su izquierda.
Ello significa lo importante que es, para el proyecto deconstructivo de la España de las Autonomías y de la Transición (el proyecto de Pedro Sánchez y de todos sus socios y aliados), que Yolanda Díaz, nuestra Evita Perón, la abogada de nuestros ‘descamisados’, amamantada por vía paterna en las ubres del sindicalismo de Comisiones Obreras, aglutine a toda la familia de la extrema izquierda para ofrecerle a Sánchez, su patrocinador y apoderado, la máxima cosecha de votos.
Sólo así se asegura Sánchez la reelección y el desmantelamiento subsiguiente de la democracia española. Sólo de esa manera, con la unificación y no dispersión de los votos a su izquierda, Pedro podrá llevar a cabo la segunda parte de su proyecto divisivo, antimonárquico, plurinacional y autocrático.
La desconcertante réplica parlamentaria protagonizada por Yolanda Díaz en la reciente moción de Tamames, con especial licencia y regusto de Sánchez, habla por sí sola. Acertó don Ramón contestando a la Vicepresidenta y Ministra de Trabajo que aquel discurso suyo escapaba del acontecimiento del día para constituir, claramente, la puesta de largo y presentación en sociedad de su artefacto político ‘Sumar’.
Así pues, para que Pedro Sánchez pueda reeditar una segunda coalición antitética (en feliz frase del profesor Tamames en su exposición del pasado 21 de Marzo) es menester que Yolanda tenga la habilidad y la sagacidad (ambas cosas se le suponen, dada su cultura marxista y su destreza sindicalista) de consolidar su liderazgo, imponer su doctrina peronista (aunque ella no lo crea) y unificar a los grupúsculos ultraizquierdistas que Sánchez necesita y que habitan a su izquierda ideológica.
Por ello, tomándole prestado a Samuel Beckett el título de su conocida obra teatral, pieza del teatro del absurdo, “Esperando a Godot”, Pedro Sánchez se encuentra, en estos momentos de preludio electoral, esperando a Yolanda Díaz: necesita sus votos, los de las familias de ultraizquierdistas y populistas para alcanzar una segunda Legislatura sanchista. En la primera, el sanchismo ha logrado aflojar las tuercas del Estado democrático de Derecho. Necesita una segunda para hacer el cambio de engranajes e instaurar el modelo de Estado que lleva tiempo cociéndose en la cabeza de Pedro: un Estado social-populista en forma de República, basado en la demagogia y captación de la ‘gente’ desfavorecida (los ‘descamisados’), con un fuerte intervencionismo en la Economía, debilitamiento, cuando no supresión, de la iniciativa privada, una total ocupación de las instituciones democráticas por sus ‘leales’ y el establecimiento final de una autocracia donde se rinda culto al líder supremo, el Gran Timonel Sánchez.
Si leen ustedes a Levitsky y Ziblatt (“Cómo mueren las democracias”, 2018) comprobarán que Pedro utiliza desde el primer día las instituciones de la democracia española para mutarla en una autocracia. Pero necesita a Yolanda. Está esperando a Yolanda.