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España invertebrada

José Ortega y Gasset

Nuestro gran filósofo, José Ortega y Gasset, escribió en 1921, con este mismo título,  un certero libro en el que el autor analiza España como problema. Retrata una España decadente, presa de las tensiones provocadas por  lo que Ortega llama el particularismo, o sea, el separatismo -bien presente en Cataluña- y por el rechazo a las élites por las mayorías.

     El título del libro era, y es, todo un acierto. Ortega veía a la España de su época carente de misión espiritual, huérfana de horizonte, y con tendencia al suicidio como Nación.

     Hoy, a los casi cien años de la aparición de “España invertebrada”, podemos afirmar que Ortega vive. Su obra y su mensaje resisten el paso del tiempo y son plenamente actuales.

     Los problemas, las tensiones y las disfuncionalidades de la actual sociedad española son casi idénticos a los de la época orteguiana. Veamos.

     Un problema que persiste, al parecer irresoluble, es la brecha política entre la izquierda y la derecha. Me refiero a la carpetovetónica polarización ideológica, que vuelve a acrecentarse a los 80 años de la terminación de la contienda civil.

     El otro nido de problemas es la existencia de dos Españas en lo económico: una España rica y desarrollada, y otra España, atrasada, despoblada y con carencia de servicios públicos. La llamada España vaciada. 

         Las dos Españas, la izquierda y la derecha, al parecer irreconciliables, y las dos Españas de economías diferentes, son un fuerte factor de desestabilización para el Estado. Es un lastre nada tranquilizante, que hoy pone en peligro a esta democracia parlamentaria instaurada bajo el espíritu de la Transición.

        Esta constatación de dos Españas en lo político y en lo económico pone en riesgo la oportunidad histórica de 1978 de enterrar para siempre los fantasmas del pasado.

     Unos fantasmas son políticos, como la persistencia del separatismo, la falta de cohesión territorial, y, por ello, la debilidad de la Nación española. Pero también es una rémora la intransigencia entre las izquierdas y las derechas, que conduce fácilmente al “No es no”, aunque con ello se perjudique gravemente el interés general de los españoles.

     El otro fantasma es económico. Hay una línea divisoria que separa una España con alto nivel de vida, con servicios públicos avanzados, y una España atrasada, con los problemas denunciados en la manifestación del domingo pasado en Madrid. Basta leer las pancartas exhibidas para admitir que hay una España pobre y una España rica.

         Por cierto, que la provincia de Granada hay que situarla, lamentablemente, en la España económicamente deprimida, aislada en comunicaciones y de baja renta per cápita.

       Y hoy, los partidos políticos, ¿hacen algo por defender el interés general y acercar las dos Españas?

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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