España en liquidación

Dos acontecimientos políticos deben preocupar a los españoles. Primero, el chantaje a España del vecino marroquí, envalentonado por el apoyo norteamericano al asunto del Sáhara. Un asalto multitudinario ha perturbado la tranquilidad en las pacíficas y bellas ciudades españolas de Ceuta y Melilla. Dos ciudades unidas a España mucho antes de que Marruecos exista como Estado soberano.
Es intolerable que el Rey de Marruecos y su Gobierno fuercen la posición de España sobre el Sáhara con amenazas y coacciones.
Pero aún hay algo más censurable. Marruecos no solo pretende el reconocimiento de soberanía sobre el territorio saharaui sino que, con atrevimiento y sin título alguno, viene reivindicando las posesiones españolas en África, incluidas las Islas Canarias y sus aguas marítimas.
Buena parte de la culpa es española. Mientras la diplomacia marroquí ha trabajado y obtenido apoyos internacionales, entre ellos la Casa Blanca, España, como tantas veces en su Historia, ha perdido tiempo y energías en estériles pugnas internas que la han sacado de la senda del progreso.
Incluso con sus Fuerzas Armadas, España ha sido cicatera y miope: las ha condenado a la obsolescencia y a la penuria armamentística. Hoy, en plena necesidad militar, tenemos unas Fuerzas Armadas inadecuadas a nuestras necesidades e intereses geoestratégicos, víctimas de restricciones presupuestarias, con un Sánchez al frente que, recordémoslo, en Octubre de 2014 declaró que “sobra el Ministerio de Defensa”. ¡Qué ‘ojo clínico’, señores! Cuando la diplomacia ha fallado, es el Ejército quien únicamente puede frenar hoy nuestra desastrosa gestión en el norte de África.
Empero España no solo tiene problemas en el exterior. Tenemos también la inmensa desgracia de padecer desleales nacionalismos periféricos, antiespañoles, todo un lujo político, señores.
En efecto, tras vergonzosas componendas, el republicano y separatista Pere Aragonès preside la Generalitat catalana. Sus primeras palabras han señalado como objetivo la independencia de Cataluña. Nada de gestión administrativa, de prestación de servicios públicos ni de alcanzar bienestar para la población. Para los separatistas lo esencial es la independencia, no el bienestar social, cultural y económico de la población.
Tenemos los españoles otro reto territorial, de carácter interno, cuando la tinta de la sentencia que ha enviado a la cárcel a un puñado de políticos insurrectos está todavía fresca. Políticos a los que, un Sánchez necesitado, los quiere indultar.
Ante estos ataques y agresiones, dentro y fuera del Estado, es normal que los españoles estén preocupados e inquietos.
¡Ojalá dispusiéramos de un Gobierno fuerte, sólidamente respaldado, y con la Constitución como guía! Pero en Presidencia está un Pedro Sánchez embarcado en la aventura inconstitucional de una ‘Mesa de Diálogo’ al margen de las Instituciones, con dos temas de alto voltaje: autodeterminación e indultos.
Sólo puedo añadir que Dios guarde a España.