Escándalo

Los españoles estamos soportando una dolorosa emergencia sanitaria y atravesando un proceloso tiempo político. Pasada la tormenta, habremos de hacer balance y exigir responsabilidades por las tremendas cicatrices que estos gobernantes han provocado con su impericia.
Desde que estalló la enfermedad, a fines de Febrero, asistimos atónitos a sonados escándalos de la mano del dúo tóxico, Sánchez e Iglesias, aunque la mayor responsabilidad corresponde al primero por haber sentado en el Consejo de Ministros al líder podemita y haber aceptado, para ocupar el sillón presidencial, los votos de otras formaciones políticas anticonstitucionales (ERC/JxCat/EH-BILDU/CUP).
El caso es que el sanchismo oscurece hoy el panorama político español. Sánchez y su equipo, piqueta en mano, ha puesto proa al pacto constitucional de la Transición emprendiendo una preocupante deriva autoritaria. De aquel espíritu de reconciliación, concordia, libertad y respeto a las Leyes, hoy sólo quedan cenizas por la acelerada y negativa acción del Gobierno del insomnio.
Un primer escándalo fue engendrar un Gobierno con los separatistas y con quienes quieren implantar en España el espantoso modelo venezolano, los comunistas de Iglesias. Si faltaba alguien, Pedro también sumó a los amigos de ETA.
Siendo el referido un escándalo mayúsculo, del que no se sabe cómo saldremos, todavía hay más pitotes del Ejecutivo, que, como otras tantas cargas de profundidad, lesionan nuestro sistema de libertades y derechos.
En la lista de desmanes del sanchismo figura, en segundo lugar, el silenciamiento del Parlamento. Durante semanas no ha existido control legislativo alguno, con el beneplácito del dúo presidencial.
Escándalo es también que el Gobierno, utilizando la crisis sanitaria, haya acentuado su deriva autoritaria e impulsado improcedentes debates ideológicos.
Escándalo es carecer de equipamiento hospitalario; repartir material sanitario inservible y ver morir a personas por falta de respiradores.
Escándalo es que España encabece la lista mundial de fallecidos y contagiados, cuando el siniestro doctor Simón calculaba unos pocos casos.
Escándalo es que la autoridad gubernativa discrimine la atención hospitalaria en función de la edad.
Escándalo es que el Gobierno carezca de plan para salir del confinamiento.
Escándalo son las contradicciones y falsedades diarias en que incurren los ministros en sus insoportables intervenciones.
Escándalo es oír que la Guardia Civil se dedica a contrarrestar las críticas a la gestión sanitaria del Gobierno.
Escándalo es oír a la portavoz del Gobierno catalán afirmar que en una Cataluña independiente hubiera habido menos muertos.
Escándalo es leer que España ha sido el peor país del mundo en responder a la COVID-19.
Escándalo es la pregunta 6ª de la increíble encuesta-trampa de Tezanos, impropia de una democracia avanzada y un Estado de Derecho.
Escándalo es la desgracia de no contar con una oposición firme, eficaz y unida.
Y escándalo es, por último, asegurar que habrá españoles que seguirán votándolos.