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El resistente

El estado de cosas al que ha desembocado el Gobierno de Pedro Sánchez, es insoportable. Cuando Zapatero alcanzó el Gobierno alguien dijo que “ya cualquiera puede ser presidente”. En el caso de Sánchez, nos hemos quedado sin calificativos.

Sánchez es un singular personaje que, para nuestra alarma y desazón, obtuvo la presidencia del Gobierno de aquella manera. Su nombramiento sobrevino por cauces constitucionales, faltaría más. Pero no le proclamaron las urnas. Pedro no pasó por las urnas. Quiérase o no, adolece de este pecado original democrático.

Recordemos que su primera promesa incumplida fue la convocatoria inmediata de elecciones. De eso, pues, nada. Pedro se ha olvidado. En ocho meses de presidencia, Sánchez ha revelado su verdadera personalidad: arrogante, jaquetón, ególatra; sin modestia ni humildad.

Hay que frotarse los ojos para creerlo. A Sánchez le cabe el dudoso mérito de haber ganado una moción de censura votada por los enemigos de España y de los españoles. Con una exigua representación parlamentaria de 84 diputados, Sánchez ha conformado una mayoría con lo peor de la política de cualquier país: neocomunistas, populistas, separatistas y filoetarras. ¡Vaya familia!

Comenzó Sánchez sorprendiéndonos con un Gobierno ‘guapo’, la ‘beautiful people’. En definitiva, son burgueses de izquierda. Sin embargo, paulatinamente, algunos de sus ministros… “y ministras” tuvieron que dimitir por elusión de impuestos, vía sociedades mercantiles, o por mentir.

La condición oculta de Sánchez es que es un ‘yonki’ del poder, y, por ello, carece de escrúpulos. Sólo le importa el poder. De ahí su ‘Manual de Resistencia’ que le ha ayudado a escribir Irene Lozano, una enchufada de su corte con categoría de Secretaria de Estado.

Sánchez juega con fuego. Ahí están sus amistades peligrosas con los separatistas; y su falta de respeto a la Economía y a las cuentas del Estado influenciado por los podemitas. Sólo le importa ganar votos. Por eso gasta y gasta.

Para perpetuarse como primer ministro no duda en hacer concesiones a los separatistas. Aunque éstos se presenten con el insultante lazo amarillo, Pedro les recibe complacido. Visita a Torra como si de dos jefes de Estado se tratara, y aguanta impertinencias y falacias con tal de seguir siendo el “Presidente Sánchez”. ¡Buen estómago tienes, Pedro!

Sánchez no conoce límite a su ego, a sus apetencias. En doscientos días ha dado la vuelta a la Tierra con gafas “Rayban”, “Falcon” y asistentes presidenciales, como el Donald Trump ibérico o aquel excéntrico Gadafi.  

Censurar a Sánchez hoy es un imperativo ético. Nada me importaría Sánchez, si no presidiera el Gobierno de mi país.

Empero su ceguera e irresponsabilidad, pone en riesgo a España y el bienestar de todos los españoles.

Con eso no se juega, señor presidente.

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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