El discurso del Rey y los republicanos españoles

Pensaba hacer un comentario jocoso para el día de los Santos Inocentes, pero oídas las declaraciones de algunos políticos nacionalistas y las de otros de extrema izquierda, supuestamente republicanos, esos que mantienen la poliédrica coalición gubernamental, no puedo resistirme a la tentación de hacer algunas puntualizaciones.
Presencié el discurso de Nochebuena de Su Majestad. Centrado en la Constitución, como es su deber, el Rey animó a respetarla, a ser leales a ella, en clara alusión a gobernantes rebeldes que desobedecen leyes y sentencias mientras el Gobierno silba.
Con acierto, el Jefe del Estado definió la Constitución como “viga maestra que ha favorecido el progreso y sostenido nuestra convivencia”. En efecto, no hay quien esto pueda negarlo, salvo algunos descerebrados de turno, que los hay. Aludió también a la carestía de la vida, a las necesidades de la juventud, al empleo, a la economía…
Y ¿cómo vieron el discurso regio los socios de Pedro Sánchez, los portavoces Echenique e Isa Serra? Ambos son antimonárquicos irreflexivos, antes que republicanos convictos. Ninguno de los dos sabe qué son los valores republicanos. Si los conocieran, los verían reflejados en Felipe VI, por muy Rey que es.
Ambos podemitas están condenados judicialmente, y, sin embargo, continúan en sus cargos. Son personajes nada modélicos porque, sencillamente, no cumplen con ningún parámetro ético. Su mayor crítica al discurso ha sido que el Rey no aludió al Emérito, cuando Felipe VI afirmó: “Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde; asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral”. La crítica de estos figurantes es, por tanto, pueril y sin fundamento.
A la pataleta se han sumado el desleal y pesetero PNV, a través de su prohombre, Aitor Esteban; Mertxe Aizpurúa, la voz de los sucesores de ETA; el gran político charnego y republicano, Rufián; y la voz desleal del separatismo catalán, el ‘molt honorable’ Aragonès, cuyo ‘autorizado’ criterio le ha llevado a afirmar que el discurso de Nochebuena del Rey “es vacuo”.
En realidad, las opiniones de estos políticos de ultraizquierda o del campo nacionalista son coherentes con una clase política que ignora qué es la democracia y qué es el Estado de Derecho.
En verdad no se trata de republicanos, sino de antimonárquicos, que es distinto. Su ceguera ideológica, su odio identitario, su estrecho partidismo, les impide ejercer de republicanos -algo legítimo-, y, por el contrario, les empuja a atacar a una Monarquía parlamentaria asentada en el asenso común. Una Monarquía sin cortesanos, políticamente neutral y avanzada.
No se sostiene que estos políticos -que deben perseguir el interés general- nieguen la evidencia histórica de que con la Monarquía parlamentaria, con todas sus imperfecciones o errores, España haya alcanzado más de cuarenta años de paz y de indiscutible progreso.