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Desvarío

Pablo Iglesias y la portavoz de Bildu en el Congreso. / ABC.

       Según el Diccionario, desvarío es “un dicho o hecho disparatado, insensato o carente de sentido común”. Así cabe calificar el voto que Unidas Podemos, partido del Vicepresidente del Gobierno, ha emitido en el pleno del Parlamento Europeo (PE) el pasado 26 de Noviembre, en el que se votaban dos Resoluciones.

        La primera versaba sobre si debiera admitirse el derecho de autodeterminación. Derecho que, de regir, los actuales Estados de la Unión se disolverían como azucarillo en el café por el número de territorios europeos que aspiran a tener un Estado propio: Bretaña y Córcega en Francia, Escocia en Reino Unido, la “Padania” en Italia, Baviera en Alemania, País Vasco y “Països catalans” en España, etc.

        Pues bien, uno de los partidos de la coalición gubernamental, Podemos, ha votado, en esa sesión de la Cámara europea, a favor de la autodeterminación, ignorando u olvidando que la Unión Europea (UE) nació como antídoto contra los nacionalismos, ese fenómeno político que defiende un inexistente derecho a decidir de pueblos diferenciados dentro de los Estados. Es menester recordar que lo identitario unido al elemento territorial fue una de las más importantes causas de la desestabilización de la Europa de 1914 y 1939, y lo sería hoy para los Estados que componen la UE. La idea contraria al nacionalismo está ínsita en el espíritu y doctrina de los fundadores de la UE, allá por los años 50 del pasado siglo.

        La Constitución española, cumplidos los 42 años de su refrendo popular, tan injustamente denostada como tan útil demuestra ser, intenta resolver el problema de nuestros nacionalismos periféricos mediante la fórmula del reconocimiento de autogobierno “a las nacionalidades y regiones”, fórmula sensata que, a la vez que preserva la unidad del Estado, opera una formidable descentralización territorial del poder. Empero, como se sabe, el nacionalismo es insaciable.

        La segunda Resolución, votada en la misma sesión del PE, proponía prohibir los homenajes a los etarras, organizados principalmente por EH-Bildu, brazo civil de ETA con el que, por cierto, el PSOE y Sánchez están celebrando pactos, ilegítimos por inmorales, rechazables desde la ética pública.

         Pero hay más. Instalado en el ‘summum’ del disparate político y del bochorno ético, el Vicepresidente Iglesias ha afirmado que EH-Bildu va a ser tenido como un socio preferente para el Gobierno y, en consecuencia, ¡se integra en la “dirección del Estado”! Si repugna la celebración de homenajes a terroristas, atónito deja que, a quien aspira a destruir el Estado, se le integre en su gobernación.

          El fundamento que alega el PE para proponer la prohibición de los homenajes a los etarras radica, según el tenor literal de la propuesta, en el imperativo ético de que tales actos exaltan el terrorismo, lo legitiman, son una amenaza para nuestra democracia y humillan a las víctimas.

          Pues bien, preso de un destacable desvarío, Podemos, en relación a la primera Resolución, ha votado  a favor del derecho de autodeterminación, lo que supone admitir la fragmentación territorial de España, su ‘balkanización’ en un futuro no lejano. Y en relación a la segunda Resolución, ha votado, igualmente, a favor de que continúen los homenajes locales a los terroristas, aunque con ello se “legitime el terrorismo”, como advierte el texto propuesto por el PE.

         Llegados a este punto creo que proceden ciertas preguntas. ¿Cómo es posible que se siente en el Consejo de Ministros un Vicepresidente cuyo partido, y él mismo, son favorables a la autodeterminación de las Regiones de su país?

       ¿Cómo es posible que se siente en el Consejo de Ministros un Vicepresidente partidario de celebrar homenajes a los terroristas? ¿No le importa avalarlos ni el escarnio a las víctimas? ¿Ello es ético?

       ¿Cómo un Presidente del Gobierno calla, tolera estas conductas, absolutamente inmorales, y tiene como aliado a un individuo así?

       ¿Cómo es posible, por otra parte, que el pueblo vote a partidos y a líderes que avalan la desmembración del Estado y legitiman el terrorismo?

        ¿Ha pensado el votante en el desvarío que todo ello representa? ¿Y en la pretensión de destruir la democracia parlamentaria contra el espíritu y la letra de la Constitución, a lo que este Gobierno ha puesto proa?

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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