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¿Debe pedir perdón Felipe VI por su discurso del 3-O?

Felipe VI durante el mensaje del 3 de octubre

       En este ‘nuevo contexto’, del que ya se está hablando como un tiempo político diferente, la coalición nacionalpopulista no deja tecla sin pulsar ni ‘instrumento’ constitucional sin desafinar. Naturalmente, también tiene su torcida estrategia para con la Jefatura del Estado encarnada en la Monarquía parlamentaria.

      No es revelación alguna que el actual Gobierno socialcomunista profesa un indiscutible antimonarquismo, trasunto de su inclinación republicana. Todavía queda inexplicado el veto impuesto a Su Majestad de no asistir en Barcelona a la entrega de despachos a los nuevos Jueces. Y son contadísimas las apariciones públicas que este anormal Gobierno le está permitiendo.

       Por eso no sorprende que Podemos y el sector sanchista del Gobierno concuerden en que Felipe VI, “en este nuevo contexto”, debería rectificar, en la primera oportunidad, el discurso pronunciado el 3-O con motivo de los graves acontecimientos ocurridos en Cataluña cuando la celebración del referéndum secesionista ilegal.

       El asunto reviste gravedad. La coalición gubernamental la integra un sanchismo radical y un populismo disolvente, obtusamente antimonárquico, con apoyos de nacionalistas identitarios, separatistas, filoetarras y demás especímenes antisistema. Todos ellos están ejerciendo presión al Monarca para conseguirle “un gesto con Cataluña”, como si el 3 de Octubre de 2017 el Rey hubiere sobrepasado sus tasadas atribuciones constitucionales y se hubiere excedido en la defensa de la “unidad y permanencia del Estado” (Art. 56.1 CE). Estas voces consideran que, disculpándose el protagonista del citado discurso, los catalanes podrían reconciliarse con la Corona.

      Endebles argumentos alegan. En verdad, esos partidos pretenden erosionar la figura constitucional, armonizadora y arbitral del Rey. Ansían convertirlo en una figura decorativa, prescindible, para que sea hacedero abolir la Monarquía en un próximo golpe de mano de este Gobierno yuxtapuesto. Un Gobierno que, para pagar los ‘favores’ recibidos, estudia rebajar las penas de los delitos de rebelión y sedición e incluso indultar a los condenados, mal llamados “presos políticos”.

       Y los condenados, ¿qué dicen? Pues que “ho tornarem a fer“. Empecinamiento que constituye un obstáculo para este Gobierno entregado. Es el mundo al revés: en lugar de dirigirse éste a los sediciosos catalanes pidiéndoles arrepentimiento por un golpe de Estado contra la Constitución, la democracia y la integridad territorial de España, el Ejecutivo fuerza a don Felipe a desdecirse.

        Empero ¿qué dijo el Monarca, cuya retractación se exige ahora? Primeramente hay que precisar que el Rey no se dirigió a los catalanes, sino a “determinadas autoridades”, en justa alusión a quienes ejecutaron la flagrante violación de la Constitución y de todo principio democrático. En consecuencia, no puede sentirse agraviado ni dolido el entero pueblo catalán, sino las autoridades y quienes las secundaron en los graves hechos del 1-O.

     En segundo lugar, el discurso regio denuncia el incumplimiento de la CE y el Estatuto de autonomía, textos que no amparan esas conductas legítimamente reprochadas. Seguidamente manifiesta el Rey la vulneración de los principios del Estado de Derecho y el socavamiento de la convivencia en la sociedad catalana, “hoy fracturada y enfrentada”, lo que sigue siendo verdad, lamentablemente.

       Subraya don Felipe certeramente el intento de apropiación de las instituciones históricas del autogobierno catalán por los separatistas, la “pretensión de quebrar la unidad de España y  la soberanía nacional” […], “derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común”. Otra verdad.  

        En cumplimiento de sus insoslayables deberes constitucionales de Jefe del Estado, señala a continuación la “responsabilidad de los legítimos poderes del Estado en asegurar el orden constitucional, el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña…”. Recuerda que, conforme a un Estado democrático, hay cauces dentro de la Ley para defender las ideas. Y termina expresando el compromiso de la Corona con la Constitución, la democracia y la unidad y permanencia de España. Impecable. ¿De qué tiene que arrepentirse el Rey?

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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