El otro día encontré en una librería un curioso librito titulado “Cómo destrozar un país en veinte meses”. 

    El autor es un profundo conocedor de la política y da  estos consejos a quienes, gobernando o aspirando a gobernar, quieran arruinar un país. Helos aquí: 

1º.- Gobierne haciendo o diciendo lo contrario que prometió en campaña electoral. Mienta sin pudor.

2º.- Si para formar Gobierno se necesita otro partido político, coalíguese con quienes quieren romper el Estado: separatistas, populistas y antisistema. En lugar de pactar con quienes ofrecen cohesión y estabilidad, alíese con los partidarios de la autodeterminación territorial y el separatismo, es decir, la ‘balkanización’ de España.

3º.- Si no le importa la discordia y acabar con la reconciliación conseguida en la Transición, saque a pasear el fantasma del general Franco. Califique de fascistas o ultras a los que no piensan como usted. Deslegitime la Transición. Menospréciela, aunque gracias a ella tenemos una Constitución liberal avanzada, un Estado democrático de Derecho pleno, división de poderes, control judicial, e ingresamos en la Unión Europea, sin la que sería imposible la democracia y la prosperidad que gozamos.

4º.- Suplante a los historiadores. Reescriba la historia, e imponga su versión sobre la Segunda República, la Guerra Civil, la Dictadura franquista y la Transición. Distinga entre buenos y malos españoles. Eche la culpa a los que no piensan como usted. Vea franquistas en todo hijo de vecino, y preséntese como un hombre providencial, ‘progresista’, el único cabal, decente y poseedor de la verdad.

5º.- Para cambiar (a peor) su país colonice las instituciones públicas. Ataque a la Monarquía Parlamentaria. Encabece las más altas magistraturas del Estado sólo con los suyos. Siembre de compañeros el mayor número de cargos del Estado, y expulse a los que no sean de su partido. Total, los partidos de centroderecha y derecha no merecen consideración ni son útiles en las instituciones del Estado porque no son ‘progresistas’, como es usted. ¡Ah, el progreso!…

6º.- Gobierne sin oposición y -a ser posible-  vulnerando el Derecho. Hágase del Poder Judicial. Para destrozar la democracia e implantar un régimen autoritario no hay nada como dominar el Parlamento y la Judicatura. Así gobernará sin engorrosos límites, y todo el Estado le rendirá pleitesía.

7º.- Destruya el sistema económico y los fundamentos del Estado de Bienestar. Rompa las reglas del mercado. Multiplique Ministerios, asesores y ‘chiringuitos’. Aumente el gasto y la deuda. Subvencione a la sociedad. Rechace a los empresarios. Aumente los impuestos. Ahuyente la inversión. Como decía un inolvidable Vicepresidente de la Diputación, en frase para el mármol, “el Estado nunca quiebra”.

         El librito termina garantizando la ruina del país.

         Y, por supuesto, cualquier parecido con la realidad española es pura coincidencia.