Cinco tesis falsas sobre la República
Una vez más el jinete del Apocalipsis republicano cabalga de nuevo introduciendo una polémica oportunista, artificial y mendaz sobre la forma de Estado y pretendiendo darle la vuelta a la tortilla.
Una repentina, apasionada y partidista fiebre republicana está contagiando a la población y al cuerpo institucional del país.
Sólo una ceguera política voluntaria, una insensatez, o, tal vez, algo más, está empujando a determinadas formaciones a reivindicar la sustitución de la vigente forma de Estado -llamada monarquía parlamentaria- por la república. No dicen nada del tipo que quieren, pues hay muchas clases de república. Espero que no quieran ver implantada una república cesarista, presidencialista, populista o asamblearia, que las hay. Como mal menor, pienso que pretenden una república parlamentaria, para no empeorar.
Partamos de la definición de monarquía parlamentaria: aquel régimen político representativo cuyo jefe del Estado (Reino) se llama rey. De república parlamentaria: aquel régimen representativo en que el jefe del Estado (República) se llama presidente. Desde el punto de vista que aquí interesa -el funcionamiento de los poderes públicos- no existe más diferencia que la señalada: en la monarquía parlamentaria la jefatura del Estado es hereditaria y, en la república parlamentaria, la jefatura del Estado es electiva. Se trata del modo de ocupar el sillón de la alta magistratura, solo. En todo lo demás, si la monarquía es parlamentaria y la república es parlamentaria, no hay más diferencias. Por tanto ya tenemos parcialmente desbrozado el camino. Empero “Spain is different”, como decía la propaganda oficial de los sesenta. No nos rige la sensatez ni la madurez en el plano político.
Tras dos experimentos históricos republicanos, caótica (1873) y trágicamente (1931-1936) fracasados con rotundidad, regresamos con un nuevo embate. Aunque para ello se añada gasolina a los múltiples fuegos vivos que tiene planteados el actual escenario político, económico y social español. Ahora, al socaire de un acto constitucional (abdicación), que debe ser normal y pacífico, como lo ha habido en Holanda, en Bélgica o en el Vaticano, aquí en España se desboca el caballo de la forma de Estado, para completar el combinado indigesto. Desde el punto de vista político, incluso personal, el español se caracteriza por ser iconoclasta, por destruir lo que es útil para la convivencia.
Las muchas insensateces y falsedades que estamos oyendo hoy las voy a agrupar en cinco tesis para rechazarlas.
Primera tesis: “La república se justifica porque el rey fue puesto por Franco”. Esta afirmación oculta maliciosamente que el pueblo español refrendó libremente por abrumadora mayoría (88,54%) la Constitución de la concordia (1978) que instaura la monarquía parlamentaria y propone a Juan Carlos I como jefe del Estado (1.3 y 56.1 CE).
Segunda.- “La actual generación no ha votado la Constitución”. No es argumento serio ni atendible. Tampoco han votado ni han sido consultados nuestros contemporáneos de Estados Unidos (¡1787!), Alemania (1949), Francia (1958), Portugal (1974) o Reino Unido, ¡donde la Constitución no escrita procede del siglo XVII! Las Constituciones, como leyes que son, sólo se derogan por otra posterior.
Tercera.- “La monarquía ha fracasado”. Falso. Jamás en la Historia de España se constata un período de cuatro décadas con tanta paz, estabilidad y progreso. En 1976 había 12,7 millones de ocupados; hoy 17 millones y creciendo de nuevo. Expectativa media de vida en 1975: 73,32 años; 82,2 en 2012. PIB per capita en 1977: 1.081 euros; en 2012: 24.938. Número de universitarios en 1975: 463.456; en 2011: 1.633.183. Pensionistas en 1975: 4 millones; en 2013: 9 millones. La monarquía nos ha ingresado en todos los Organismos internacionales, especialmente en la OTAN y UE.
Cuarta.- “En una república hay más libertad y democracia”. Falso. La república no añade ningún plus sobre la monarquía parlamentaria. Lo importante es: a) Que exista democracia (1.1.CE); b) Que el pueblo sea el soberano (1.2 CE); y c) Que los derechos y libertades estén reconocidos y protegidos (Tít. I CE).
Quinta.- “La república trae más progreso y transparencia”. Falso. Depende de los líderes, de los partidos políticos y del afán reivindicativo popular. No hay milagros ni fórmulas mágicas. Es la política la que hace avanzar un país, no la forma de Estado. Suecia es una socialdemocracia coronada y Grecia y Venezuela son ejemplos de dos repúblicas en quiebra. La república por sí no reparte ningún maná.
En consecuencia, ¿de qué hablan aquellos que quieren convencernos con cantos de sirena? No les asiste ninguna razón. Por lo menos ninguna de las que están esgrimiendo. Tienen que saber que la monarquía parlamentaria sólo es rechazada por el 0,02% de los españoles.
No obstante, con paciencia, agitación y propaganda hasta las duras caen. Ánimo, y a romper lo que vale.