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Ceuta y Melilla son España

Vista de Ceuta

       Ceuta y Melilla son dos bellas e históricas ciudades españoles bañadas por el Mediterráneo y situadas en la costa del Norte de África. Es incomprensible que a estas alturas de la Historia se cuestione su españolidad. Ambas ciudades, desde un punto de vista jurídico-político, gozan de sendos Estatutos de Autonomía que les reconocen autogobierno local.  

     La ciudad de Melilla tiene una extensión de 12 kilómetros cuadrados y 86.000 habitantes. Melilla pertenece a España desde que fuera conquistada por Pedro de Estopiñán en 1497, año en el que se incorporó a la Corona de Castilla. Por tanto, Melilla es española quince años antes de que Navarra se incorporara a la Monarquía Hispánica. Y, por supuesto, cuando no existía el Reino de Marruecos, conformado éste como Estado independiente en 1956.

       Melilla posee un singular y valioso patrimonio arquitectónico, en el llamado “Ensanche de Melilla”, considerado por los expertos como uno de los mejores exponentes del estilo modernista español de principios del siglo XX. 

     La ciudad hermana de Ceuta está en la orilla africana frente a otro irredento territorio español, Gibraltar, significativo caso de dolor y vergüenza política para España. Procedente de la Corona portuguesa, Ceuta es española desde 1640. Tiene 85.000 habitantes y 18,5 kilómetros cuadrados. Ceuta es un balcón al Mediterráneo, y desde sus promontorios se divisa la Península Ibérica.

    Ambas ciudades son un modelo de convivencia entre las culturas cristiana, musulmana y judía, y sus naturales se sienten tan españoles como los de Toledo, que ya es decir. Lamentablemente, desde el punto de vista político, ambas ciudades españolas de África sufren un largo e hiriente olvido por parte de los diferentes Gobiernos y regímenes que han sido, y son.

     Los españoles no tenemos remedio ni sentido de Estado. Ni amamos a nuestra patria como otros defienden la suya. Perdimos la unión con Portugal en 1640; Menorca en 1708 (felizmente recuperada en 1782, bajo Carlos III), y  Gibraltar en 1713. Además, de todas las Repúblicas hispanoamericanas nos expulsaron de forma sangrienta y vergonzosa, y, últimamente abandonamos el Sáhara en 1976, bajo la presión de Marruecos y la complicidad de Estados Unidos. 

     La puntilla a la posición diplomática española ha venido de la inesperada, unilateral e ignominiosa entrega a Marruecos del Sáhara, hecha por Pedro Sánchez a título personal, sin ningún apoyo parlamentario. Un volantazo en política exterior todavía no explicado.  

     Si Ceuta y Melilla, y sus territorios adyacentes, pertenecieran a cualquier otro país, estarían bien presentes, cuidadas y mimadas. Porque son España, y españoles sus moradores. Se defenderían con la fuerza de la razón y de las armas si fuera preciso, de manera que nadie cuestionaría su titularidad. 

      Y, desde luego, otro país no admitiría ningún chantaje ni amenaza. Eso debería quedar claro.

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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