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Cayetana

Cayetana Álvarez de Toledo

         La derecha política, representada por el Partido Popular, acaba de silenciar en el Congreso la voz de Cayetana Álvarez de Toledo.

       Con ello, el constitucionalismo pierde el talento, el pensamiento ordenado, crítico, riguroso y valiente. Dicho con claridad, el Partido Popular se ha desprendido de una valiosa figura política.

      La derecha prescinde, en efecto, de la elegancia retórica, el raciocinio impecable y el pico de oro de Cayetana, martillo de socialistas extraviados y látigo de comunistas anacrónicos, de separatistas y filoetarras.

        Para aventurar que el partido de la gaviota puede haberse dado un tiro en el pie, no hay más que comprobar quiénes se han alegrado de su cese.

       Nada más conocerse la decisión de Casado de cesar a Cayetana, Carmen Calvo respiraba mejor, y los podemitas, separatistas, bilduetarras y demás Rufianes brindaban.

         Y se han alegrado porque Cayetana, con su incisivo y determinante verbo, los arrinconaba y mantenía a raya.

        Cayetana era la voz parlamentaria inteligente, culta y cosmopolita, adornada de una exposición clara y ordenada. Con sus intervenciones desnudaba a sus señorías y a los excéntricos apoyos del Gobierno.

        Utilizaba argumentos de elevada altura intelectual, una rareza en nuestra clase política, anodina, incompetente y desarbolada.

        Prescindir de Cayetana como portavoz parlamentaria ha sido y es, en mi opinión, un error y una importante pérdida para el constitucionalismo y el parlamentarismo español. También para el partido conservador.

        La sólida dialéctica de Cayetana venía poniendo en su sitio al sanchismo, al errático Iglesias Turrión, y a los impenitentes separatistas. A todos los desarmaba. Sin levantar la voz. Con tono cadencioso, pero letal. Ese estilo que deja noqueado e intelectualmente fuera de juego al adversario.

         Insisto: ni la derecha ni la izquierda cuentan hoy en el Hemiciclo de mente tan preparada y culta como la de Cayetana. Por eso, prescindir de esta política vocacional, de verbo preciso, formado y contundente, es, a todas luces, una arriesgada apuesta que puede revelarse como perjudicial para el partido conservador y, desde luego, para los constitucionalistas españoles.

      Cayetana conoce como nadie los agudos problemas de la política española actual. Sabe bien quiénes son los enemigos de la convivencia patria y dispone de las ideas para hacerles frente.

      Cayetana abordaba estos desafíos con firmeza política y con un vigoroso discurso constitucional, claro y rotundo.

       Dicen que, con el cese de Cayetana, el Partido Popular quiere ganar el centro político, supuestamente la moderación, pero puede perder otros caladeros.

        No está el patio político hoy para desaprovechar personalidades como Cayetana Álvarez de Toledo.

      Echaremos de menos sus atinadas reflexiones, sus siempre puntiagudas intervenciones, sus elegantes disertaciones y sus firmes y convincentes principios.

       Enmudece la voz de Cayetana y cae la noche de la mediocridad y la atonía intelectual.

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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