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Ayer y hoy de la Constitución de 1978

Conferencia del Prof. D. José Torné-Dombidau, presidente del Foro para la Concordia Civil, dada en el Ayuntamiento de Alhendín con motivo del 40º Aniversario de la CE 1978 (6.12.18).

Uno de los primeros ejemplares de la Constitución de 1978

Es un honor y un placer dirigirme a ustedes desde este magnífico Salón de Plenos.

Agradezco al Sr. Alcalde-Presidente, don Francisco Pedro Rodríguez Guerrero, a los demás ediles del Gobierno municipal, y a don Joaquín Abrás, la invitación que me han hecho para intervenir en este Acto de conmemoración de los 40 años de aquella convocatoria  que se hizo al pueblo español para que éste refrendara la vigente Constitución política el 6 de Diciembre de 1978,  que obtuvo un importante respaldo mayoritario.

Le felicito, señor Alcalde, por el acierto de celebrar este acto conmemorativo en homenaje de nuestra Constitución.

En el pórtico de mi intervención deseo manifestar que mis palabras  reflejan mi personal punto de vista, con respeto para quienes, naturalmente, discrepen de él.

Terminaré mi exposición con unas breves reflexiones finales.

Como Punto de partida podemos tomar el siguiente:

                 La fecha de hoy es histórica.

               Y hay razones para sostenerlo.

Por primera vez en la Historia el pueblo español alcanza cuatro décadas de vigencia de una Constitución que fue discutida, elaborada y aprobada por todos y para todos.

       En efecto: frente a uno de los rasgos más característicos y negativos del constitucionalismo español,  que venía siendo la imposición unilateral del programa de un partido político concreto como texto constitucional -tal vez con la excepción de la Constitución de la Restauración de 1876-, la CE de 1978, por primera vez, no es un texto unilateral que se impone sino un amplio acuerdo consensuado por los principales partidos políticos y sectores sociales del momento.

       Además, segunda nota característica, es la primera Constitución en la Historia de España que ha sido refrendada por el pueblo.

        

 

                    PRIMERA PARTE:     AYER

                   (¿Cómo se fraguó la CE 1978?)

 

1º.- Es indudable que para saber dónde estamos, desde el punto de vista político, tenemos que conocer de dónde veníamos.

       Repasemos brevemente nuestra más reciente historia seleccionando sus hitos más sobresalientes.

 

      Los años de 1976 a 1978 es el tiempo de la Transición.

 

       En el tiempo de la Transición se tuvieron muy presentes los trágicos precedentes de la vida política española, representados por los siguientes datos:

  1. a) El fracaso de una República, que se hundió en un sesgo revolucionario, sectario y disgregador.

             Con inigualable fuerza expresiva, y con acierto, el malogrado historiador Javier Tusell, del que fui amigo y colega en el Colegio Mayor “La Victoria”, en la Cuesta del Chapiz, a finales de los sesenta, ha calificado a la Segunda República con 4 certeras palabras:

             “República democrática poco democrática;

b) El segundo dato que pesó para tomar posiciones políticas y acuerdos en la Transición fué el estallido de una cruel Guerra Civil de tres años de duración.

 

                      Y, finalmente, el tercer dato:

c) La implantación de una Dictadura militar que duró casi cuarenta años, de 1939 a 1975.

 

       Con estos dramáticos precedentes, desaparecido el general Franco, el pueblo español ansiaba recuperar la libertad y los derechos políticos y civiles, y la clase política de entonces así lo entendió.

       También la Europa Comunitaria era un incentivo y aguardaba.

 

        Para pertenecer a ella era preciso contar con un sistema democrático para homologarnos con los demás países europeos, e incorporarnos al proyecto comunitario, hoy Unión Europea.

 

2º.- Se inició la Transición a la Democracia en 1976, bajo impulso y encargo expreso del Rey don Juan Carlos I de Borbón.

      El iter’ procedimental, o camino para transitar de una Dictadura a la Democracia, lo diseñó el inteligente y hábil político y profesor universitario Torcuato Fernández-Miranda y Hevia.

      Sin embargo, el motor que ejecutó y condujo la Transición fue un hombre y un político excepcional, que aun procediendo del ‘Movimiento Nacional’ comprendió perfectamente el papel que le correspondía en aquel momento histórico concreto.

                   Ese hombre fue Adolfo Suárez.

 

          Rasgo sobresaliente del proceso hacia la democracia, que determinó que la Transición tuviera éxito  en su consecución fue la confluencia de 3 decisivos actores o protagonistas:

a) Los llamados franquistas reformistas, convencidos de que no era viable un franquismo sin Franco y que, por tanto, la única salida razonable del ‘Régimen del 18 de Julio’ era establecer para España un sistema democrático y de libertades, como sucedía en casa de nuestros vecinos europeos;

b) El segundo actor fue la oposición democrática al Régimen de Franco, representada especialmente por el Partido Comunista de España, cuyo Secretario General era Santiago Carrillo.

           Le secundó a distancia en esta tarea el Partido Socialista Obrero Español renovado, es decir, el que sale del Congreso de Suresnes en 1974 y elige a Felipe González como nuevo Secretario General del partido;

c) Y el tercer protagonista de la Transición, un actor muy importante, fue la Corona, representada por el Rey don Juan Carlos I de Borbón, que, aun habiendo recibido poderes absolutos del anterior Jefe del Estado, renunció a ellos y quiso ser el Jefe de un Estado constitucional y democrático y Rey de todos los españoles.

        Entre los actores de la Transición no debemos olvidar a la Iglesia Católica en la persona del Cardenal Tarancón.

 

3º.- Por otra parte, el proceso de la Transición tuvo una ejecutoria ejemplar desde el punto de vista jurídico. Nada se le puede objetar:

       La Transición se hizo escrupulosamente “de la Ley a la Ley a través de la Ley”, según la célebre frase del señor Fernández-Miranda.

      La Transición, pues, no comportó fractura ni violación alguna del Ordenamiento jurídico vigente entonces.

                Se hizo, en efecto, de la Ley a la Ley.

 

        Con tal propósito, las Cortes orgánicas franquistas, en un alarde de sentido de Estado y anteponiendo la defensa del interés general de España, se hicieron el hara kiri político al votar por abrumadora mayoría -el 18 de Noviembre de 1976- la Ley para la reforma Política (Ley 1/1977, de 4 de enero)​ que suponía en puridad el desmantelamiento del orden constitucional franquista.

        El proyecto de Ley para la Reforma Política recibió  el apoyo de 435 de los 531 Procuradores en Cortes (es decir: el 81 % a favor), y sometido a referéndum el 15 de Diciembre de 1976 alcanzó una participación del 77 % del censo electoral.

 

           En conclusión, la Transición se hizo, desde el punto de vista jurídico, sin quebranto de ninguna norma política ni jurídica.

     Fue una ruptura pactada y “de la Ley a la Ley”, algo muy importante a subrayar.

 

Y en 4º lugar.- Aprobada la Ley para la Reforma Política, el 15 de Junio de 1977 tuvieron lugar las primeras Elecciones Generales libres de las que salieron unas Cortes que podemos considerar Constituyentes. Tras un año de trabajo parlamentario, las Cortes aprobaron el proyecto de Constitución el 31 de Octubre de 1978 que se sometió a referéndum de la Nación el 6 de Diciembre del mismo año. Hoy hace exactamente 40 años.

 

 

      ¿Cómo es el Estado que implanta la CE de 1978?:

 

      El nuevo Texto Constitucional establece un Estado social y democrático de Derecho.

 

                           “Estado Social:

 

       Quiere decir que la Constitución pone el acento en las políticas sociales: en el nivel de vida de los españoles, en el empleo, y en la calidad de los distintos servicios públicos de los ciudadanos.

 

       En segundo lugar, establece la Constitución un “Estado Democrático:

 

       Ello significa que la Constitución instaura un sistema político basado en:

a) Elecciones periódicas y libres;

b) Proclama la libertad de creación de partidos políticos, que han de tener un funcionamiento interno también democrático, y

c) La CE sigue el modelo liberal de representación política a través de Diputados, Senadores y Concejales y Diputados provinciales en la Administración local, que representan al soberano, que es el pueblo español.

 

     Y, en tercer lugar, la CE implanta el modelo del “Estado de Derecho”:

 

          Tipo de Estado regido por:

a) El imperio de la Ley;

b) La separación de los poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial);

c) La responsabilidad de las Administraciones públicas, y

d) El control de la actividad de los poderes públicos por Jueces y Tribunales, independientes e imparciales.

 

5º.- Desde otro punto de vista, es opinión de acreditados historiadores y sociólogos que el tránsito a la Democracia fue posible –sin grandes dificultades socioeconómicas- gracias a la existencia previa de una amplia clase media.

       El tránsito de la Dictadura a la Democracia fue posible gracias a que la española era ya una sociedad industrializada y desarrollada, que disfrutaba de una economía con un aceptable grado de solidez y dinamismo.

 

6º.- En los últimos tiempos -a mi modo de ver injusta y gratuitamente- han surgido críticos y detractores de la Transición. En relación a ello, causa extrañeza que son, por lo general, personas que han nacido en plena democracia.

       Frente a esta, que yo considero, errada y tendenciosa opinión, la Transición española está valorada como un modelo de éxito de democratización en el mundo del siglo XX (Lo afirma el hispanista norteamericano Georges Stanley Payne en su reciente libro “En defensa de España”, p. 273).  Y añade: “La imagen que se tenía de España como un ‘país excepcional’ en sentido peyorativo cambió con gran rapidez ante el mundo, y la Transición recibió el unánime aplauso internacional”.

 

7º. No obstante, la Constitución, como obra de la Transición,  ofrece ciertos puntos débiles que están generando problemas:

a) Un sistema autonómico sin cerrar, abierto (Art. 150 CE); y

b) Un sistema electoral adoptado (D’Hondt, proporcional mayoritario), que plantea problemas de representación en relación con los partidos nacionalistas, extremistas o radicales.

 

        En los primeros años ochenta del pasado siglo se dijo algo muy importante que ha resultado ser una gran verdad: España, como Estado, se la juega en el desarrollo y aplicación del Título VIII CE (= Autonomías territoriales):

     (Razones de ello es, primero, la vigencia del llamado ‘Principio dispositivo’, que domina la materia de la descentralización territorial, que la hace permanentemente abierta;

      Y, segundo, la confusa ‘distribución de competencias” entre los diferentes niveles de gobierno que el Constituyente estableció para las relaciones entre el Estado y las CC. AA.).

 

 

                       SEGUNDA PARTE: HOY

 

1º.- En nuestros días ha cambiado la escena política.

 

       Hasta hace tres años ha venido rigiendo la vida política española el llamado bipartidismo.

 

      Durante este tiempo los dos grandes partidos se han turnado en el gobierno. En este largo período, la política ha conocido la estabilidad y la normalidad.

 

        En 2011 surge el fenómeno social llamado ‘15-M’. Con este movimiento social cambia el panorama político español.

        A partir de las Elecciones de Mayo del 2015 se inicia el fin del turnismo y del bipartidismo.

        Con él surgen críticos y detractores de la Transición carentes de razón, a mi modo de ver, como he adelantado.

        Entre esos detractores se encuentra hoy el partido político ‘Podemos’, sus confluencias, y la coalición ‘Unidos Podemos’.

       Alegan estos partidos que injustamente califican al sistema político de la CE de 1978 de “Régimen del candado” (cuando es todo lo contrario: la Constitución es libertad) que:

       Uno.- La Transición fue una concesión de los franquistas: y

       Dos.- Que en la Transición hubo un pacto de olvido, de silencio, y que la presión de los sables determinó el proceso.

 

       No es cierto. No conocen quién fue Adolfo Suárez ni valoran con justicia el texto constitucional que hoy nos ampara.

                        Todo lo contrario.

 

        Como afirma G. S. Payne (en la obra citada), “el proceso hacia la democracia se cimentó en la negociación, el consenso y la tolerancia” (Ídem, p. 266).

       Y es que en la Transición nadie deseaba repetir los errores cometidos en la República y todos quisieron superar los viejos demonios familiares que condujeron a los desastres sufridos.

 

  • ·· Por eso, durante la Transición nunca se utilizó la Historia de forma partidista ni como arma de propaganda política.

 

      Hoy, en cambio, han aparecido nubarrones en el horizonte político.

 

       Las cosas cambian a partir de la campaña electoral de 1993, cuando se agota el proyecto socialista (nueva etapa de Felipe González a José Mª Aznar).

      Desde esa fecha las izquierdas vuelven a la vieja idea de que ellas disponen de “hiperlegitimidadpara gobernar.

      Y se comienza a utilizar la historia como arma arrojadiza.

 

2º.- Hoy cabalgan de nuevo los 4 jinetes del Apocalipsis político español.

       Los enemigos de la democracia amenazan con destruir la democracia.

       Amenazan con derribar el edificio levantado con tanto esfuerzo, consenso e ilusión por la generación de la Transición.

      Los enemigos de la Democracia están envenenando la convivencia española, resucitando escenarios y tiempos pasados que creíamos superados para siempre.

     La polarización, la división ideológica, la fractura social no es buena y está teniendo presencia en la política de nuestros días.

        Se percibe una creciente tensión entre la izquierda y la derecha.

       Hoy hay más intolerancia y menos respeto al pluralismo.

      Se está formando una especie de frentismo político.

       Se aprecia con claridad discordia interpartidaria. La prueba está en que apenas se llega a pactos y acuerdos entre los partidos políticos.

 

3º.-  En 1931-1936 (Segunda República) los 4 jinetes del Apocalipsis fueron:

  1. A) La cuestión social y religiosa;
  2. B) La Reforma militar;
  3. C) La Autonomía catalana; y
  4. D) La Reforma agraria.

         Hoy los 4 jinetes del Apocalipsis son:

      Primero: Los nacionalismos periféricos, que comportan el riesgo de fragmentación territorial del Estado. Nacionalismos que han la politizado la Escuela, la Educación,  y llegan al enfrentamiento en el uso de las Lenguas vernáculas;

       Segundo jinete: El populismo (Partidos que se caracterizan porque explotan los sentimientos y no la razón; partidos que defienden soluciones rápidas y sencillas a problemas complejos y profundos. Es decir: circula la demagogia);

      Tercer jinete: El memorialismo histórico (Es decir, la revisión interesada y partidaria de la Historia); y

      Cuarto jinete: El buenismo y lo políticamente correcto (O sea, la tolerancia mal entendida y la censura, que acaba con la verdad).

4º.-  A todo lo anterior hay que añadir el siguiente escenario:

  • La derecha se ha fracturado en PP, C’s y Vox;
  • En la izquierda el PSOE ha iniciado una preocupante podemización, un acercamiento e identificación con políticas y medidas populistas (Lo que viene a ser “Pan para hoy, hambre para mañana”);
  • En la extrema izquierda ha surgido una fuerza política disolvente, corrosiva y antisistema, revanchista y revisionista, ‘Podemos’, un peligro para las libertades y la democracia, en mi opinión.

           ‘Podemos’ predica un nuevo Proceso constituyente que, a mi juicio, desembocaría en una Constitución de corte neomarxista, intervencionista, con peso predominante del Estado, lo público, frente a la persona humana. Sería una Constitución de corte autoritario que, como todo autoritarismo, ampararía el ejercicio arbitrario del poder.

      De darse, “Los gobernantes neocomunistas entrarían por la puerta y la libertad saldría por la ventana”.

 

 

                 TERCERA PARTE: REFLEXIONES

                              (¿Qué hacer HOY?)

 

           En mi opinión, ante el presente escenario político, resulta urgente y necesario:

Primero.- Volver al espíritu de la Transición: recuperar valores como la tolerancia, el pacto, el respeto al pluralismo ideológico, el consenso, el equilibrio y la moderación. En definitiva, implantar la concordia civil.

         En la Transición se tuvo muy presente que el poder y el Estado es cosa de todos y no patrimonio de unos pocos.

Segundo.- En la vida política española se da lo que se llama una partitocracia, un excesivo peso, poder, presencia e influencia de los partidos políticos en la sociedad española. Un fenómeno que sería necesario corregir y reducir.

    Los partidos políticos habrían de reducir su peso y presencia en la sociedad y en las instituciones privadas. Lo que no van a hacer.

Tercero.- Hay que defender con determinación la unidad del Estado y el Estado de Derecho bajo un lema:

           “Todo dentro de la Ley; nada fuera de la Ley.

 

Cuarto.- Hay que exigir lealtad constitucional, sin lo que no existe Estado. Los nacionalismos han sido desleales con el Estado y con la Constitución, justamente donde encuentran su legitimidad. Han sido desleales con el Pacto constitucional de la Transición, que para eso se acordó.

        Es preciso hacer frente al separatismo, grave problema de España. Es menester mantener unidad frente al secesionismo.

Quinto.- Conviene a España mirar a Europa, su ámbito natural y vital. El marco europeo es el mejor y más conveniente para nuestra política, nuestra economía y nuestra geoestrategia.

 

Sexto.- Es preciso siempre -y más en la hora actual- defender la Constitución como la mejor Ley Política de todos los tiempos.

      Lo ha dicho recientemente el profesor Muñoz Machado: “La mejor Constitución que hemos tenido en nuestra historia”.

       Esta Constitución es nuestra protección, es nuestro ámbito de libertad.

       Puede ser reformada (fundamentalmente en materia de descentralización territorial y competencias entre el Estado y las CC. AA.).

      Puede ser mejorada, pero lo principal y más importante ya está recogido en esta Ley de Leyes.

 

                Y Algo muy importante para el futuro:

 

      Los españoles debemos enterrar 2 tendencias que son nuestros mayores pecados capitales en política:

A) La tendencia al extremismo y la radicalidad;

B) Y la deconstrucción de las Instituciones.

            Debemos enterrar la piqueta anticonstitucional, la piqueta contra la Constitución.

          (Quiero decir que, cada cierto tiempo, los españoles sucumbimos a la tentación de destruir nuestra propia convivencia).

       

          Deberíamos tomar nota del retrato que nos hace a  los españoles el ya citado historiador e hispanista  norteamericano Stanley Payne, cuando afirma:

       España es el único país occidental, y probablemente del mundo, en el que una parte considerable de sus escritores, políticos y activistas niegan la existencia misma del país, declarando que “la nación española” sencillamente “no existe”.

           En verdad, esto es grave e inadmisible.

 

       EN CONCLUSIÓN: la Transición y su fruto, la Constitución, fueron un éxito.

           La España constitucional, pese a los ataques diarios que sufre y a su confusión política actual, sigue siendo una democracia con plenas libertades.

 

          Termino ya.

           Felicito a todos ustedes en esta histórica conmemoración.

 

        Hoy hace 40 años que el pueblo español refrendó la recuperación de los derechos y libertades fundamentales de los que hoy disfrutamos y que cada día es preciso cultivar y defender.

       ¡Honor a Adolfo Suárez y a quienes le secundaron en aquel proyecto constituyente y liberador!

 

      ¡Viva la libertad, Viva la Constitución y Viva España!

 

    Muchas gracias.

 

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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