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Asalto al Estado democrático de Derecho

Instantanea en la escalinata del Palacio de La Moncloa tras posar los miembros del Consejo de Ministros para la foto oficial.

        Vivimos una de las horas más inciertas desde la aprobación de la Constitución de 1978.

        Tenemos ante nosotros a un preocupante Gobierno de  coalición apoyado por neocomunistas, separatistas y los  herederos políticos de ETA. Increíble, pero cierto. Una pesadilla que quita el sueño a muchos españoles. En realidad, más que de un Gobierno puede hablarse de varios Gobiernos en uno, por la disparidad ideológica de sus componentes.

         En las pasadas sesiones de  investidura hubo momentos en que sentimos vértigo, pues se evidenció el peligro de la política española, bordeando la Constitución.

         Sánchez abre así una arriesgada etapa política con la ayuda de un populismo de extrema izquierda, cuyas consecuencias serán el debilitamiento del Estado de Derecho y la confusión de poderes.

         Se trata de una coalición sostenida por unos socios que no creen en España, que buscan su fragmentación, que  quieren, además, acabar con el que llaman “Régimen del 78”, el sistema de derechos y libertades que nos ha permitido vivir los mejores 40 años de nuestra Historia.

           Sin embargo, he de decir que quienes atacan la CE 1978 cometen el gravísimo error de despreciar una norma profundamente democrática, fundadora de un sistema político garantista, que nadie puede negar. La razón es que la Constitución de 1978 es fruto de la mejor técnica jurídico-constitucional occidental.  No contiene cláusulas blindadas y no obliga a ser militante de ella. No cabe, pues, mayor libertad para los ciudadanos.

        La desmedida ambición política de Sánchez le empuja a aliarse con formaciones enemigas del Estado de Derecho y de la democracia. Con la integración de Podemos en el Poder Ejecutivo, la política española pisa arenas movedizas.

        Y es que los partidos que han dado la confianza a Sánchez se  caracterizan por primar la política sobre la Ley, cuando la política -en un Estado de Derecho- siempre ha de hacerse conforme a la Ley.

        No se puede negar que resulta insólito que el jefe de Gobierno de un Estado negocie la investidura con los enemigos internos de ese Estado.

         Pues bien, con esos disparatados y heterogéneos compañeros de viaje, Sánchez tendrá grandes dificultades para gobernar. No hay más que leer el llamado“Protocolo de funcionamiento del Gobierno de coalición” para comprobar la gran desconfianza que reina entre sus componentes.

         No nos cansaremos de repetir que no hay mayor locura que formar un Gobierno con quienes defienden eso de ‘nación de naciones, la ‘plurinacionalidad’ del Estado o el ‘derecho a decidir’, conceptos todos ellos inasumibles y venenosos para la convivencia.

            Asistimos, pues, a un imprudente y arriesgado experimento de derribo del Estado democrático de Derecho y sus principios.

            No me cabe duda de que nuestras libertades están amenazadas.

Autor del artículo: José Torné-Dombidau Jiménez

Presidente y socio fundador del Foro para la Concordia Civil. Profesor Titular de Derecho Administrativo por la Universidad de Granada.

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