Ángelicos míos
No hace muchos días, hablaba por WhatsApp con mi amiga Aicha. Y le preguntaba qué tal se adaptaban sus hijos pequeños al nuevo cole en Marbella. Ella y su marido se han trasladado desde Madrid no hace mucho buscando más oportunidades laborales aquí en Andalucía. Y me contaba que estaba muy contenta porque su hija de 6 años estaba encantada. En el nuevo cole es la primera de la clase porque claro, “es que aquí el nivel es mucho más bajo y en Madrid estaba muy mal porque era la tonta de la clase”, me dijo. Yo, me quedé muerta, y sentí una vergüenza ajena difícil de explicar.
Así que con el orgullo herido, asisto ojiplática, conmocionada y en estado de shock, porque a estas alturas ya me he perdido, al espectáculo inclasificable que nuestra Junta de Andalucía está dando sobre este asunto de la educación. El caso, y esto es lo que realmente debería abrirnos las carnes todas, es que nuevamente el modelo autonómico nos sumerge en el maremágnum de intereses partidistas, que no del ciudadano, y nos machaca, un poco más, donde más debería dolernos, la educación de nuestros hijos.
A nuevo Gobierno Central, nueva ley de Educación, que se implantará, vaya usted a saber de qué forma, en según qué Comunidad Autónoma sea en la que usted resida. Como yo soy andaluza, además, tengo la “inmensa suerte”, de estar gobernada por la oposición, “per saecula saeculorum, amén”, que diría mi abuela. Lo cual para este asunto concreto es la repanocha.
Este año toca, a ver si soy capaz de decirlo de carrerilla porque en los últimos veinte años el sistema educativo ha cambiado así como cinco veces; empezar por Infantil (antes Preescolar), Primaria (antes EGB), ESO (antes 7º y 8º de EGB y 1º y 2º de BUP), Bachillerato (antes 3º de BUP y COU) y Selectividad, si es que su hijo o hija, desean estudiar una carrera, que ya, con el plan Bolonia, no prepara Licenciados/as, si no Graduados/as en cuatro cursos, más Máster o Postgrado “voluntario”. Esto para los que medianamente estudian, porque si no, le da tiempo de empezar para Graduado/a y terminar vete tú a saber cómo. Igualito que a la hija de mi vecina, que empezó para Licenciada hace cinco años, se despistó un año con algunas asignaturas y al querer volver a matricularse ya no existían, eran asignaturas fantasma, así que tuvo que matricularse de las nuevas asignaturas de Grado, convalidar las que pudo de la licenciatura, y todavía le queda un año de carrera para terminar como Graduada, vamos, seis años y un día, como una condena. Los que comenzaron su Grado hace cuatro años ya han terminado su carrera.
Pero, si lo que su hijo o hija decide estudiar es Formación Profesional, le felicito, porque esto sí que sí…. La Formación Profesional en este país es el campo de batalla de nuestros partidos políticos, y la pobre Cenicienta de la educación. Antes, hablo de hace 30 años, al que no servía para estudiar lo mandaban a FP, como un castigo. Desde entonces y hasta ahora, esta rama de nuestra educación, que en teoría debe servir para preparar a profesionales tan necesarios para que nuestra sociedad funcione, ha sido denostada, vapuleada, ensalzada o casi enterrada, por los sucesivos gobiernos que no saben qué hacer con ella.
Hemos pasado del sistema de clases teóricas y prácticas, en dos grados, los antiguos FP1 y FP2, en los que los alumnos/as estudiaban asignaturas comunes, como Lengua, Matemáticas, e Inglés y otras específicas como la Tecnología de la especialidad escogida, a los famosos módulos de tal o módulos de cual, en los que la gran mayoría de las clases eran prácticas, porque para qué van a enseñarle a un fontanero o una peluquera a comprender un texto. Claro, luego pasa lo que pasa cuando se enfrentan a las instrucciones de los tintes de nueva generación.
Y no digamos ya cuando no hace mucho inventan los PCPI (Programa de Cualificación Profesional Inicial) antes llamados PGS (Programa de Garantía Social), que, olvídate de enseñarle a los muchachos y las muchachas la “o” con un canuto, porque lo que interesa es formar una generación de aprendices de por vida.
La única FP que se salva y que no ha experimentado muchos cambios es la de Grado Superior. Pero claro, como es de suponer a ésta no llegan ni la mitad de los que han empezado por abajo, porque obviamente requiere un nivel de conocimientos de Bachillerato como mínimo, lo cual, visto lo anteriormente descrito da que pensar. Así que, tristemente, en la actualidad, estos estudios superiores son engrosados, mayoritariamente, por Licenciados/as en Medicina incapaces de superar un MIR saturado, y optan por otras especialidades sanitarias para buscarse la vida, aquellos que no han conseguido la nota suficiente en Selectividad, y lo utilizan como curso puente para entrar al año siguiente en el Grado deseado, y demás Licenciados/as, a partir de este año ya Graduados/as, que no encuentran trabajo.
Así que para este curso que comienza, la Formación Profesional queda de la siguiente manera: FPB (Formación Profesional Básica de 1º grado más prácticas) a la que sólo pueden acceder alumnos/as de 15 años que sean repetidores empedernidos y a los que el Orientador/a del centro, junto al consentimiento de los padres, redacta un papelito que se llama Consejo Orientador que ha de ser aprobado además por la Delegación de Educación. De aquí pasamos al CFGM (Ciclo formativo de Grado Medio más prácticas en empresa) engrosado por los alumnos que vienen del FPB y alumnos con la ESO terminada y el CFGS (Ciclo formativo de Grado Superior más prácticas en empresa) que sigue estando como hemos dicho antes.
Esto, para toda España, que ya ha empezado, por supuesto, con sus clases, menos en Andalucía. Porque, según nuestro querido gobierno autonómico, que el comienzo de la nueva Formación Profesional en Andalucía esté siendo un caos, es culpa del Gobierno central, que les ha metido mucha prisa con el nuevo cambio. Debe ser que a nuestra admirada presidenta se le acumulan los papeles, los de los ERE, quiero decir, porque si no ya me dirán ustedes cuál es la excusa. Mientras tanto, en vez de implantar la nueva FP, se han dedicado a desmenuzarla de tal manera y adaptarla, por aquello de la libertad que dan las competencias, a su libre albedrío, montando un pitoste de padre y muy señor mío. Resulta que no se les ha ocurrido otra cosa que implantar un modelo por el cual, según la buena o mala suerte que hayas tenido de nacer en un barrio u otro de tu ciudad, tendrás derecho a estudiar una u otra profesión. Como lo leen, la Formación Profesional por gremios. Pienso, que esto debe ser fruto de un atracón de capítulos de Águila Roja que se dio el consejero/a de turno el día que decidió ponerse a estudiar el tema, agobiado por tan duro trabajo. Meterse la Edad Media, así, sin anestesia y en vena, entretiene mucho y despeja la mente, porque si no, es imposible de explicar tanta desfachatez.
Me explico. Si naces en un barrio que la Junta ha considerado que tiene pinta de barrio de carpinteros, en el instituto de FP se impartirá carpintería, sí o sí, porque el acceso a tu plaza es por lugar de residencia, sin posibilidad de solicitar otro instituto de la ciudad que se adapte a lo que quieres estudiar, aunque te llames Yoli y tu sueño sea hacer manicuras. Y si tu barrio está en el centro, pues mira, igual tienes mejor suerte porque te ha tocado ser Técnico en Gestión Administrativa, aunque te mueras por un soplete y una tubería. Así que comenzado el curso están empezando a darse ciertos fenómenos paranormales, como el que me contaba una profesora de Formación Profesional en Peluquería y Estética, que tiene en una clase de 20 alumnas, a tres fornidos muchachotes de pelo en pecho y barba aguerrida, aprendiendo a depilar con cera, porque no han tenido opción de estudiar Fontanería, que es su vocación, ya que esa especialidad le ha tocado al instituto del barrio de al lado.
Y yo me pregunto, al borde de un ataque de nervios, ¿qué hemos hecho, Señor, para merecer esto?
Visto lo visto y hasta las mismísimas narices de tanta desidia, no me queda otra que dar una vez más, mi más sentido pésame tanto a nuestros valientes maestros/as y profesores/as, que demuestran al resto de este, nuestro amado país, un ardor guerrero que ya quisieran muchos; como a nuestros sufridos estudiantes/as, esos que serán, si los dejan, el futuro de nuestra España, ángelicos míos…